Axel Ovalle/ Opinión/
Guatemala está atravesando un año electoral cargado de antipatía por parte de los ciudadanos. Actualmente, se habla de a qué partidos políticos y qué candidatos a presidente no les toca ganar las elecciones. Entonces, ¿por quién debemos de votar los guatemaltecos? ¿a quién verdaderamente le toca? ¿qué debemos elegir? ¿empleo? ¿salud? ¿educación?
Hace cuatro años se eligió la seguridad como una de las principales iniciativas planteadas por la campaña política del Partido Patriota, quienes prometieron combatir el crimen con firmeza. Es entendible que, asediados por los robos y la violencia, los ciudadanos guatemaltecos nos inclináramos por esta propuesta en busca de una actitud más firme ante la delincuencia. No obstante, la posible relación del presidente y la vicepresidente con los miembros del caso “La línea” ha hecho que esta sea la peor crisis política que haya enfrentado el país desde el recordado “Serranazo” de 1993, dejándonos a los guatemaltecos manifestado nuestro desacuerdo y demostrando el rechazo y su traición al país. Sin embargo, ¿qué más nos queda como ciudadanos?
¿Debemos seguir manifestando nuestras inconformidades? ¿Debemos esperar a las siguientes elecciones para salir de este embrollo y que se plantee una reforma constitucional?
Como ciudadano guatemalteco propongo que comencemos a poner en práctica los deberes cívicos y fortalezcamos los valores. Tener presente que los artículos 135 y 136 establecen que son deberes de los guatemaltecos, además de los consignados en otras normas de la Constitución y leyes de la República, los siguientes:
• Servir y defender a la Patria;
• Cumplir y velar, porque se cumpla la Constitución de la República;
• Trabajar por el desarrollo cívico, cultural, moral, económico y social de los guatemaltecos;
• Guardar el debido respeto a las autoridades;
• Inscribirse en el Registro de Ciudadanos;
• Elegir y ser electo;
• Velar por la libertad y efectividad del sufragio y la pureza del proceso electoral;
• Optar a cargos públicos;
• Participar en actividades políticas;
• Defender el principio de alternabilidad y no reelección en el ejercicio de la Presidencia de la República.
Debemos de respetar los derechos ajenos y no abusar de los propios; obrar conforme al principio de solidaridad social, respondiendo con acciones humanitarias ante situaciones que pongan en peligro la vida o la salud de las personas; respetar y apoyar a las autoridades democráticas legítimamente constituidas para mantener la independencia y la integridad nacionales; defender y difundir los derechos humanos como fundamento de la convivencia pacífica; participar en la vida política, cívica y comunitaria del país; propender al logro y mantenimiento de la paz; colaborar para el buen funcionamiento de la administración de la justicia; proteger los recursos culturales y naturales del país y velar por la conservación de un ambiente sano.
No caigamos en lo mismo, pongamos en práctica cada uno de nuestros deberes que son las obligaciones que tenemos con nuestra sociedad. Tengamos en cuenta que los valores son principios que nos permiten orientar nuestro camino; representan ideales, sueños y aspiraciones, con una importancia independiente de las circunstancias. Por ejemplo, aunque seamos injustos, la justicia seguirá teniendo su valor. Lo mismo ocurre con el bienestar o la felicidad.
Hay que saber que los valores cívicos dependen de su desarrollo en la sociedad, se trasmiten dentro de las nuevas generaciones ya que si no es así, muchos de estos valores se perderán, y el civismo en la comunidad no existiría. En todo momento debemos respetar los valores cívicos, pues de lo contrario podrían transformarse y perder respeto y autoridad. Esto conllevaría un desorden social, que es lo que ha sucedido por parte de los mandatarios actuales.
Nosotros los ciudadanos tenemos que dar el ejemplo de que esto tiene que cambiar.
La conciencia de los deberes y valores cívicos facilitan la resolución de conflictos, evitando que muchos casos sean llevados a litigio, pues el hecho de que una de las partes del conflicto reconozca que tiene un deber, hace que esta parte esté dispuesta a ceder ante las pretensiones de la otra. De esta forma se consolida poco a poco la nueva forma de convivir en sociedad.
“Por ello pido que caminemos juntos.
Siempre con los campesinos agrarios
y los obreros sindicales,
con el que tenga un corazón para quererte.
Vámonos patria a caminar, yo te acompaño.”
(Otto René Castillo)