José Pablo del Águila / Opinión /
Yo no sé ustedes, pero a mí me ofende en gran manera que los partidos políticos insulten nuestra inteligencia sin vergüenza alguna. Entre campañas anticipadas, actos explícitos de corrupción y medidas deshonestas, algunos aún esperan que los premiemos con nuestro voto este 6 de septiembre. ¿Creen que somos idiotas? ¡Al parecer sí, sí lo creen! Y por eso es nuestro deber demostrarles lo contrario. Por lo tanto, si queremos frenar esa lamentable manera de hacer política hay que dar un primer paso, y ese es reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP).
¿Cuántos aún recuerdan la proclamación de Alejandro Sinibaldi como candidato presidencial por el Partido Patriota en la Plaza de la Constitución? Fue el 21 de septiembre del año pasado, 8 meses antes que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) convocara a elecciones.
Y a pesar de haber sido una grave falta al reglamento de la Ley Electoral, el Partido Patriota aún está compitiendo en la presente contienda electoral. ¡Indignante!
¡O peor aún! ¿Sabían que Líder gastó Q48 millones en campaña desde 2012 hasta mayo de 2015? ¡El techo de campaña es de Q58 millones! Pero, lamentablemente, el TSE no toma en cuenta lo publicitado antes del 2 de mayo de 2015. Díganme ustedes, ¿Es eso democracia? Yo, en lo personal, no puedo concebir como democrático a un sistema en el que un partido gasta millonadas en campañas, mientras que otro pequeño -como Encuentro Por Guatemala, por ejemplo- ni siquiera tiene spots televisivos o vallas publicitarias por falta de presupuesto. ¡Así no se puede competir en un marco de equidad!
Entonces, nace la duda de cómo podemos sanear todo este sistema corrupto y que siempre favorece a los mafiosos. En realidad, es muy ambicioso decir que esto se puede resolver en cuestión de meses, pues lo que vivimos ahora es el resultado de un largo proceso histórico; sin embargo, sí podemos dar el primer paso apoyando las reformas a la LEPP, lo cual explico a continuación.
- Urge darle más autoridad al TSE para que tenga la potestad de hacer sanciones drásticas a quienes infrinjan la ley deliberadamente. Y con sanciones drásticas me refiero a la cancelación de los partidos que insistan en medidas ilegales, no a multas con cantidades insignificantes que ningún daño harán. Si esto cambiara, hoy en día ya no existiría ni Líder ni Patriota, cosa que muchos deseamos, pero por eso hay que aprobar esta reforma.
- Urge que el financiamiento de los partidos políticos sea público para quien desee conocerlo en el momento que lo requiera. Esto ha sido un grave problema en los últimos gobiernos, pues muchos de ellos nunca se sienten comprometidos a revelar a la ciudadanía quiénes son sus financistas, lo que nos dice que mucho de ese dinero no proviene de gente proba. Todo esto provoca que a la hora que el partido llegue al poder tenga que pagarle los favores a uno y a otro, pero así definitivamente no se puede gobernar bien.
- Urge regular la pauta máxima y mínima en los medios de comunicación, me refiero a mayor equidad en el acceso a los recursos. Actualmente, debido a que nada está regulado, es permitido que un Manuel Baldizón tenga pauta gratuita en la televisión abierta y que, por el contrario, se excluya a un José Ángel López que carece de fondos. De esta manera se afecta la justa competencia entre partidos políticos, pues el factor publicitario influye mucho en quién llega al poder y quién no. Además, también es urgente prohibirle a los medios de comunicación transmitir propaganda antes de la convocatoria a elecciones.
- Tenemos que regular el voto nulo. Lamentablemente, en nuestro sistema político el votar nulo no tiene ningún peso legal, pues es simplemente descartado. Esto es un gran abuso, pues indirectamente se obliga a los ciudadanos a votar por un candidato, sin importar que ninguno sea de su agrado. Me atrevería a decir que somos una buena porción de ciudadanos los que estamos cansados de votar por “el menos peor”. Por eso, exijamos que esto se regule para que si la mayoría vota nulo, los partidos se vean obligados a retirar a sus candidatos actuales y a proponer unos nuevos.
- Por último, es necesario prohibir la reelección de los diputados por no más de dos periodos no consecutivos. Hoy hay diputados que llevan más de 15 años de legislar, lo que ha promovido el nepotismo y el status quo en nuestra política. Con esta medida se impulsaría una nueva manera de hacer política. Lo malo de esto es que también se sacrificaría a buenos diputados que sí se han tomado su trabajo en serio, como Nineth Montenegro, quien yo creo que se merece un reconocimiento de nuestra parte, pues ha promovido leyes con buen espíritu pero que, lamentablemente, algunas de ellas –como la Ley de Comisiones de Postulación- no han cumplido su propósito por las mafias que hay en el Estado.
De no aprobarse estas reformas, yo soy el primero en oponerme a la realización de las elecciones, pues aprobándolas es la única manera de cambiar la manera en que se hace política.
Sé que muchos no están a favor de que se aplacen las elecciones con el argumento de que “no podemos romper la institucionalidad”. Pero díganme ustedes, ¿Cuántas veces Líder y Patriota no le bajaron los calzones al TSE y humillaron la institucionalidad del país? Lo peor del caso es que muchos de los que no respetan la ley se atreven a pronunciar ese discurso de defensa a la institucionalidad, ¡qué absurdo!
¡En estas condiciones no queremos elecciones!