Ayer no fue un día normal, al menos no para alguien que día a día lucha por revertir la ideología racista y discriminatoria que aún tenemos como sociedad. Sé decir que aparte de proyectar mis pensamientos e ideas en cualquier ámbito, soy usuaria regular de las redes sociales, con la posibilidad que estas me permiten de interactuar con diversos puntos de vista. Pero literalmente hoy estoy entre líneas, escribiendo con mis emociones claras. Y es que viendo fotografías, logros y uno que otro mensaje y meme sarcástico de lo ocurrido en el correccional Las Gaviotas, aparece ayer una imagen con la que por un momento me sentí impotente, especialmente porque me identifico como una mujer Maya Poqomchi’; eso hizo que sintiera repudio. Un repudio social por situaciones, que desde la firma de los Acuerdo de Paz, no han cambiado mucho en el país.
En la página de Look Magazine sale la portada de su nuevo logro: algo cool y chic. No es que desee menospreciar el trabajo ajeno, tampoco quiero ensuciar la idea de mostrar el producto que las mujeres mayas de mi país elaboran. Lo que sucede es que me indigna ver cómo se sigue manejando el clasismo, el racismo y la discriminación hacia las mujeres indígenas con este tipo de imágenes, y me pregunto ¿en qué carajos pensaban cuando hacían la sesión de fotos? Agreguemos que como subtitulo de portada, dice: “Cambiando a Guatemala a través de la moda artesanal”.
¿En qué carajos pensaban cuando hacían la sesión de fotos?
Soy amante de las artes, pero también consciente de que a través de ellas podemos hacer un llamado a la reflexión y sensibilización, pero en este caso, esto refleja una clara subordinación. ¿Por qué no mostrar un cambio congruente, por ejemplo el colocar a una auténtica mujer Maya como modelo de portada? (una vez esta revista lo hizo y se los aplaudí). Esta acción no solo sería el típico maquillaje de progreso cultural, sino algo transcendental como ocurre con las modelos de talla internacional. Belky Arazala, modelo profesional de origen afrocolombiana, por ejemplo, fundó “El Alma no tiene Color”, a raíz de la discriminación que ha sufrido. Estas acciones sí generan cambios a una cultura o país, reafirmando las imágenes e ideas desde un enfoque real, y por ende se transmite una perspectiva para reconocer que es preciso resolver la problemática de fondo.
Se que ya habrán unos cuantos que discutan mi postura y me llamen aburrida. Pero en esencia me apego a que el reconocimiento es para todas esas mujeres que diariamente luchan por vender sus productos elaborados a mano y que los “regateamos” a un precio mínimo. Bien lo decía Pedro de Alvarado, parafraseando: que en estas tierras no había mucho oro, pero sí algo mejor, y esto es la mano de obra barata. En nuestro país, los productos del mercado tienen poco valor, mientras que cuando ciertos grupos le ponen marca y nombre a bolsas elegantes de los mismos tejidos, todos vamos a comprarlos, a pesar de su alto precio. ¿Por qué no comprarle a las mujeres indígenas que sufren vendiendo en las plazas, mercados y calles?
Guatemala tiene mucho que dar, en eso estoy de acuerdo. Pero también debemos de hablar con franqueza, porque si seguimos pensando que eso está bien, seguiremos sumergidos en una sociedad colonialista, tal y como lo comenta Daniela Archila en su columna Descolonización Cultural.
*El 05, 06 y 07 de mayo participemos y dialoguemos sobre estos temas en el marco del XII Congreso de Estudios Mayas que se está llevando a cabo en la Universidad Rafael Landívar.