Erick Morataya/ Corresponsal/
Hace algunos meses tuve la oportunidad de compartir con ustedes uno de mis lugares favoritos de este hermoso país en el que residimos, la laguna Lachuá (Roadtrip I) Ahora quiero compartirles una de las experiencias más extremas, en cuestión de adrenalina, que he podido experimentar.
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¿Has escuchado del rafting?
Es un deporte extremo que se realiza sobre una balsa, un cayac o cayuco, navegando río abajo (con la corriente) sorteando los diversos obstáculos que la corriente turbulenta y las piedras puedan ocasionar. Esta actividad se realiza generalmente sobre ríos de aguas rápidas y es por eso que también reciben el nombre de rápidos. Los obstáculos que presentan estos ríos varían dependiendo del nivel de rápidos que presenta el tramo (el nivel más alto con posibilidades de navegar es el nivel VI) pero usualmente son corrientes impredecibles, olas muy altas, agujeros en la corriente, remolinos y pequeñas cascadas.
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No me considero una persona extrema, le tengo mucho temor a las alturas por ejemplo, pero me gusta mucho el agua, la considero mi elemento y desde hace tiempo me llamaba la atención hacer rafting, A través de una amiga surgió la oportunidad de apuntarse en una excursión al rio Cahabón y sin dudarlo me anoté.
La salida de la ciudad capital estaba planificada para las 9pm. El punto reunión fue en un restaurante de comida rápida ubicado frente a un famoso hotel de la calzada Roosevelt, el transporte era un bus escolar, el cual se llenó por las 39 personas que nos apuntamos al viaje, además de las clásicas mochilas gigantes para montañismo, casas de campaña, sleeping y mochilas pequeñas.
La emoción se había apoderado de mí desde el día anterior, por experiencias contadas por amigos, sabia que el peligro de esta aventura era real y que existía la posibilidad de una lesión.
Sin embargo, eso pasa con el miedo, debemos usarlo para fortalecernos y afrontarlo. El viaje duró toda la noche. Si no están acostumbrados a viajar en bus, dormir en él es un poco complicado. Eran las 6.30am cuando llegamos al restaurante en Lanquín que nos daría el desayuno, tuvimos tiempo para cambiarnos y usar el servicio sanitario. La recomendación del guía era dejarlo todo en las maletas, solo llevar cámara si era resistente al agua. A las 8.00am llegó el transporte que nos llevaría a la aldea Saquijá, que es donde inicia el rafting. Subidos en los pequeños camiones 4×4, bordeando el río Lanquín, la adrenalina empezaba a apoderarse de todos. Al llegar al lugar de abordaje, se nos indicó que debíamos firmar una hoja en la que librábamos de responsabilidad a la cooperativa de la aldea, que es la que organiza los viajes de rafting, en caso de sufrir algún accidente. La misma hoja que firmamos mientras desayunábamos en Lanquín para liberar de responsabilidad a los organizadores del viaje.
Una vez entregado el equipo de protección (caso y chaleco) y asignados los equipos, inicia la fase de capacitación, demasiado breve para mi gusto, son demasiadas instrucciones para 10 minutos aunque la ansiedad hace sentir eterno ese tiempo. Las instrucciones abarcan desde cómo remar, dependiendo de la posición que se ocupa en la balsa, hasta como rescatar a una persona si cae, o qué hacer si la balsa completa da vuelta.
En cada balsa va un guía de la cooperativa, es quien dicta las instrucciones a seguir en la balsa, para mantenerla a flote y evitar que pierda el control. El primer tramo se hace en el río Lanquín, para adaptarse a las instrucciones del guía y familiarizarse con los movimientos. Dos kilómetros adelante se une el río Lanquín con el Cahabón y su cauce crece considerablemente. 17 km después de la unión de los ríos termina la aventura.
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¿Dónde se encuentra Lanquín?
Municipio del departamento de Alta Verapaz. Se encuentra ubicado en la parte central del departamento, su extensión territorial es de 208 km2. Dista de la cabecera departamental Cobán 63 km. Recorrido que toma aproximadamente 2 horas, dependiendo del clima.
Su nombre deriva de las voces Q’eqchi’es: lam = envuelto, y quim = paja o pajon. Significa “pueblo rodeado de paja” o “pueblo de pajonales”, posiblemente debido a que
en sus comienzos la cabecera del municipio se encontraba rodeada de pajonales.
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¿Como fue mi experiencia?
Increíble, es una aventura que exige más que condición física, concentración y control. Es un reto para la mente y el cuerpo, aunque el cuerpo tiene a la adrenalina que lo ayuda a llevar su potencial al máximo. Se trata de un trabajo en equipo, de confiar en que la otra persona hará bien su trabajo y en hacer bien el trabajo que te toca. Es afrontar una situación de crisis y lograr controlarla. Uno de los integrantes de la balsa que venía detrás de la nuestra cayó al agua en un tramo fuerte de los rápidos; el tiempo se detuvo, en el fondo se escuchaban instrucciones de rescate pero el miedo te paraliza, los gritos de todos, las olas, el movimiento, hasta que tu cerebro logra la conexión y ejecuta las instrucciones dictadas unas horas antes por el guía. Cabe aclarar que los 19 km recorridos no son de crisis total, el paisaje es precioso y hay tramos en los que puedes tirarte de la balsa para nadar y disfrutar del agua fría y cristalina en medio de tanto calor.
Al salir del río, los camiones nos trasportaron de vuelta a la aldea Saquijá, para almorzar y luego dirigirnos a Semuc Champey, otra de las joyas naturales que nos ofrece Guatemala. Ya en Semuc, subimos al mirador y visitamos la cueva de Kan Ba al día siguiente, pero ese relato será para mi siguiente artículo.
Sin duda es una experiencia que vale la pena. Existen varios grupos que organizan excursiones para estos y otros lugares de nuestro hermoso país. Los costos se reducen y la experiencia de conocer no solo tu país sino a personas que les gusta el contacto con la naturaleza, está garantizada.
Les comparto unos links de grupos que organizan este tipo de excursiones:
Fotografía: mayaexpeditionsguatemala.blogspot.com