Es difícil decir algo que no se haya dicho ya acerca de esta pandemia, especialmente cuando no somos médicos o tenemos conocimiento acerca de epidemias. También, es difícil dar una opinión acerca de algo que todos estamos viviendo siempre con las particularidades de cada caso, desde nuestras cuarentenas. No tardaran personas a escribir libros acerca de la cuarentena como si el resto no lo hubiera vivido y las películas dentro de unos años querrán llevarnos de regreso a este tiempo que no ha sido nada más que una pesadilla para muchos y un largo aburrimiento para los más afortunados.
No habrá una vuelta a la normalidad, porque la normalidad que conocíamos ya quedó en el pasado. Desde cómo nos reunimos, cómo nos saludamos y otras actividades cotidianas. La verdad es que en parte era necesario tomarnos una pausa y ver las cosas desde otra perspectiva. Las imágenes de la naturaleza retomando su territorio y el descenso en la contaminación del hombre son claros toques de atención acerca de nuestro papel en el mundo que nos rodea y el daño que les hacemos día a día. Apenas se han necesitado semanas para ver cómo sería una tierra sin humanos, es evidente que no somos los dueños de este planeta.
Algo que ha llamado mi atención dentro de la situación actual, es el anuncio de la mayoría de gobiernos en mantener abiertos solo los negocios esenciales. Personalmente, no sé cuántas veces he oído a otras personas de diferentes carreras y profesiones discutir de cuál es la más importante. Pues la mayoría de las profesiones universitarias, están trabajando desde casa así que no parecen ser tan esenciales. Es hora de aceptar que sin el esfuerzo de muchos otros, la importancia de la que alardeamos no vale nada. Sin el trabajo de quienes han laborado en la oscuridad, no podríamos ver la luz.
Muchos aplausos se han dado a los médicos y personal de salud y obviamente no hay aplauso que pueda recompensar sus méritos en esta crisis. Pero quisiera darle la relevancia que se merecen las miles de personas en supermercados y farmacias, los transportistas que mantienen el abastecimiento, los policías y bomberos que se mantienen en sus puestos, los basureros que cumplen con sus labores y muchos otras personas más que buscan mantener lo poco que nos queda de normalidad intacta. Pensemos en ellos ahora y también cuando esto termine, reconociendo su trabajo diario como la salvación de lo cotidiano. Reiniciemos la sociedad desde el agradecimiento y la solidaridad que necesitamos para levantarnos.
Lo que viene será duro y aún es difícil saber cómo tendremos que enfrentarlo. Sin embargo, entre tanta oscuridad siempre hay destellos de luz que nos mantienen unidos en la esperanza que lo derrotaremos, porque lo haremos. Nunca el mundo necesitó tan poco de tantas personas como ahora, simplemente quedarnos en casa y evitar contagiar y ser contagiado. Entre más cumplamos con estos actos de conciencia y solidaridad, más rápido podremos normalizar hasta cierto punto nuestras vidas. Como dije anteriormente, no regresaremos a la normalidad como la conocíamos, pero tal vez necesitábamos que lo normal cambiara para darle cabida a nuevas sociedades y mejores personas.