Lenina García / Opinión /
Banderas azul y blanco prendidas de los carros, camisolas de la selección, altares patrios, un quetzal lleno de copitos de papel de china, la niña Independencia, desfiles de corte militar, el almanaque con el Lago de Amatitlán ¿Es esa es la verdadera patria?
Desde hace mucho tiempo se nos ha enseñado que el cumpleaños de Guatemala es en Septiembre, que al país se le celebra con actos cívicos, rincones patrios, elección de candidatas y abanderados pero no se nos ha enseñado que en Guatemala 1 de cada 10 niños padece de desnutrición crónica, que más de 5 mil niñas de entre 10 y 14 años tuvieron un embarazo en el 2014, o que persiste una tasa promedio de 14 homicidios por día.
Reinventar la patria en este tiempo que vivimos y más aún con el despertar ciudadano de un pueblo que está esbozando nuevas formas de hacer política, es justo y necesario.
En las siguientes líneas trataré de explicar cómo pasar de la Guatemala de adorno, a la de las causas profundas:
La otra historia de Guatemala
“Cristóbal Colón descubrió América”, “Guatemala es un país independiente desde el 15 de septiembre de 1821”, “En Guatemala no hubo genocidio”. Estas y otras afirmaciones han sido reproducidas por décadas. Esa es la historia que han escrito los vencedores de las guerras, quienes han mantenido su hegemonía en el poder. Pero ¿será que en la escuela alguna vez nos han hablado de la Colonización de los pueblos indígenas? ¿de las secuelas del Conflicto Armado Interno? ¿de las dictaduras? ¿de los gobiernos militares? ¿del intervencionismo extranjero? ¿de las familias más acaudaladas del país que concentran en pocas manos la riqueza?
La historia del país debe ser un análisis crítico de los acontecimientos que como sociedad hemos vivido, no desde las minorías, sino desde la voz de los pueblos, de las comunidades que han resistido. De esta manera dejará de ser una historia del pasado y se convertirá en la construcción del presente y el futuro que ansiamos.
*Recomendación pedagógica: Visitar la Exposición ¿Por qué estamos como estamos? ubicada en el Museo del Ferrocarril, zona 1. Una excelente herramienta para aprender la otra historia del país.
Pasar de la Guatemala de adorno, a la de las causas profundas:
Es importante que Guatemala deje de ser únicamente un paisaje. El verdadero rostro del país denota grandes contradicciones, desigualdades sociales, económicas, culturales. Nuestras energías tienen que concentrarse más en cómo transformar esa realidad que nos afecta a todos y todas, y no estancarnos en una “idea” que nos han hecho creer del país.
Es muy distinto celebrar un acto cívico y pedir a los alumnos que lleguen vestidos con traje típico, que realizar una obra de teatro acerca de las dificultades que viven los pueblos indígenas a causa del racismo y la pobreza. Como también es muy distinto hablar de la Monja Blanca y del Quetzal, a generar debate acerca de la contaminación en nuestras comunidades y cómo afecta en la flora y fauna del país.
No se trata de caer en un estado de pesimismo, todo lo contrario, se trata de observar el rostro real del país y a partir de allí, imaginar un país distinto.
Apostarle a nuevas formas de hacer ciudadanía
Reinventar la patria es un proyecto a largo plazo, es algo que se construye día a día, en la familia, en la escuela, en la calle, en el trabajo. Pero el tiempo nos apremia y por algo debemos empezar…
Educar para la memoria histórica
Como guatemaltecos debemos conocer “la otra historia de Guatemala”, educarnos para el “Nunca Más”. El “nunca más” de la guerra, de la violencia, del exterminio. Como dice el pedagogo Carlos Aldana: “Encaminarnos hacia la verdad, la justicia, la reconciliación, hacia un resarcimiento que educa y una educación que resarce”. (Aldana, Carlos. Desafíos pedagógicos para la paz. P:70. Editorial Universitaria)
Organización estudiantil
Una nueva forma de ciudadanía sería, que en los centros educativos se garanticen espacios de organización estudiantil, con la participación protagónica de los estudiantes, para analizar las problemáticas que se viven en el contexto inmediato de la escuela o comunidad y proyectos que vayan encaminados a su solución.
Democratización de la toma de decisiones
Es importante que los espacios de toma de decisiones sean más democráticos. Que exista una participación genuina de las mujeres, pueblos indígenas, niños, niñas, adolescentes y ancianos. Que las mayorías de este país tengan voz y no solo voto. Que la participación no se limite a levantar la mano, a marcar una X en una papeleta.
Retomar el valor de la colectividad
Este es un valor que nos han heredado los pueblos indígenas, las comunidades ancestrales. El hecho de encontrarnos, escucharnos, aportar nuestras semillas. Estamos acostumbrados a ser individualistas, a velar por el bien propio, la propiedad privada. Para que el país cambie, debemos mirar en colectivo, dialogar, dar prioridad a lo que nos une, que a lo que nos divide.