Pasados treinta días de la toma a la Universidad de San Carlos de Guatemala, las conquistas que quedan en beneficio de los estudiantes son múltiples, de este modo, el movimiento estudiantil demostró presencia ante sus necesidades, sin embargo, muchas formas de división e indiferencia se presentaron en el ambiente universitario, amenazando al movimiento en el cumplimiento de sus objetivos.
En cualquier movimiento social en el que sus recursos suelen ser mayoritariamente emocionales[1], la participación y la unión son fundamentales para alcanzar fines comunes. El movimiento estudiantil por su parte, no es la excepción. Esto supone un reto para su unidad y coherencia.
La cohesión universitaria concentra diversas formas de pensar, de hacer política y de ver el mundo, por ejemplo. En ese sentido, lograr cohesionarnos como población estudiantil universitaria no equivaldría a acabar con esas diferencias, por el contrario, lograría mantener la diversidad por medio del consenso, la comunicación transparente y propiciar la creación de vínculos en espacios de acción, entendiéndonos como individuos pero, reconociendo en la unidad, un propósito superior, el bien común.
El movimiento estudiantil propicia el cumplimiento de sus fines a través de la organización, por medio las asociaciones estudiantiles, agrupaciones y movimientos, por tal razón, la importancia de fortalecerlos manteniendo una guía de trabajo, manejando las dificultades y superándolas conjuntamente, velando por los derechos e intereses de los estudiantes, construyendo identidad universitaria e influyendo en la calidad académica, sin olvidar su relevancia política nacional, acompañando las demandas de la población y aportando a la solución de sus contrariedades.
Manteniendo una fuerte convicción participativa en una sociedad democrática, en la que es de vital importancia los contrapesos, los estudiantes con consciencia juegan ese papel crítico tan relevante dentro de la sociedad.
Será un quehacer colectivo, construir estas condiciones y una tarea que los próximos representantes enfrentarán y deberán liderar desde distintos espacios, de ahí la relevancia de la próxima transición democrática de la Asociación de Estudiantes Universitarios –AEU–, la máxima institución de representación estudiantil.
Luego de un mes tan complicado, luego de avanzar en acciones y propuestas, queda vigilar por cumplir con los acuerdos con el propósito de la defensa de la universidad, manteniéndola digna y humana. Se continuará observando un movimiento estudiantil firme en propósitos, fortaleciéndose a cada paso.
[1] El profesor Salvador Martí Piug hace referencia a los recursos emocionales predominantes de los movimientos sociales, como la disciplina, la cohesión emocional y el compromiso de sus miembros.