Andrea Carazo/Colaboración/
Desde muy pequeña admiré la riqueza textil guatemalteca: sus formas, colores, diseños e inmensa cantidad de detalles en cada pieza. Mi interés por conocer más sobre procesos artesanales me llevó a especializarme en textiles en California College of the Arts en Oakland, California. Al estar lejos y conocer sobre otras culturas aprendí a apreciar más la riqueza que tenemos en Guatemala, la cual no apreciamos en su totalidad.
En el 2014 trabajé por un mes con Bartolomé Cholotio, un artesano local de San Juan La Laguna en el departamento de Sololá. Esta experiencia me llenó de inspiración para crecer como artista y persona. Vi trabajar a Don Bartolo casi todos los días, siempre tejiendo huipiles ceremoniales, los cuales le tomaban de tres a cuatro días completos para terminar. Estos iban a ser vendidos por 250 a 300 quetzales máximo, ya que no le pagaban más de eso. Al escuchar sobre sus experiencias como artesano indígena, aprender de su vida, familia, y conocer su trabajo, me hizo aterrizar para así darme cuenta de la burbuja en la que estuve por muchos años.
Crecimos ignorantes sobre muchos de los procesos artesanales que son tradicionales en nuestra cultura y por eso mismo, no las apreciamos como debería de ser.
Nos empeñamos en siempre “regatear” los precios para pagar menos. Al hacer eso, lo único que logramos es unirnos al sistema consumista que siempre busca comprar y comprar, en lugar de pagar y apreciar el trabajo de cada artista como debe de ser. Necesitamos empezar a educarnos más sobre nuestra cultura y tradiciones, sobre el esfuerzo y dedicación que requiere hacer muchas de las artesanías que son tan importantes en la comunidad guatemalteca. Estamos a tiempo de empezar una nueva era, donde dejemos de evaluar el trabajo de los profesionales y en lugar de “pagar menos”, nos interesemos más sobre lo que tenemos y así, apoyemos a artistas, diseñadores y artesanos que trabajan día a día haciendo magia con sus manos, siempre batallando en contra del mundo consumista en el que vivimos.
Si a todos nos gusta que nos paguen por lo que hacemos, ¿por qué no le pagamos a los artesanos por lo que ellos hacen? Luchemos en contra del sistema que nos educa para ser ignorantes de nuestra propia cultura, mejor empecemos nosotros ese cambio que necesitamos tener.
Como artista, quiero crear una comunidad para usar el arte como una herramienta que puede empezar conversaciones sobre temas que deben de ser hablados. Creo en una sociedad interesada en la elaboración de artesanías, en donde se convierta importante el difundir conocimientos sobre procesos artesanales hechos a mano. Considero que el país que no aprecia su talento y cultura jamás podrá desarrollarse en tu totalidad. Apoyemos lo local, apoyemos a Guatemala.
Fotografías: Andrea Carazo