Luis Pedro Véliz/
Cada noche que usted no pasa por aquí: me quito los lentes y me recorro el cabello con la mano. Me ajusto el bigote, tenso la mandíbula, muerdo un poco el labio.
Cada noche que usted no pasa por aquí: uso cincho, los calcetines van altos, la luz va apagada. Tiendo la cama, arreglo las almohadas, abro la ventana.
Cada noche que usted no pasa por aquí: presiono un poco más al sol, me parqueo en paralelo. Dejo su espacio libre. Prendo una vela, cocino para dos. Come uno.
Cada noche que usted no pasa por aquí: agoto mis rituales de simbólica invocación de su presencia. La ausencia es vocación, para su ausente y para mi presente.
Cada noche que usted no pasa por aquí, esas noches seguro le tengo alguna excusa para ver cómo traerla a caminar cerca de aquí.