Cómo tratamos a los más humildes, cómo tratamos al campesino que padece vólvulo, ésa es la medida de un país. No nuestros cazas y tanques ni lo grande que pueda ser el palacio imperial”.  Hijos del ancho mundo- Abraham Verghese

El pasado 07 de abril se conmemoró el día mundial de la salud, en el cual la Organización Mundial de la Salud (OMS) busca derribar las barreras que impiden que la salud sea para todos y que esté en todas partes; se busca la llamada salud universal. La salud universal, para ponerlos un poco en contexto, es esa idea utópica, en la cual todas las personas tienen acceso a la salud, sin discriminación alguna por culpa de la raza, sexo, religión, condición social y económica, orientación sexual y estado serológico. En este sistema casi de película, estos servicios de salud deben ser recibidos de forma inmediata cuándo y dónde sean necesitados. Este sistema de salud perfecto y obviamente inexistente en Guatemala, requiere, para ser real, de la implementación de políticas y acciones gubernamentales, esto para generar cambios en todos los sectores de la sociedad, para enfrentar con esto la pobreza, la injusticia y la desigualdad social, el déficit de educación, la delincuencia, la falta de viviendas y trabajos dignos.

Recuerdo haber escuchado o leído alguna vez, que la salud lo es todo y sin ella no hay nada que funcione. La salud es lo primero que debe ocupar nuestra agenda diaria. Ningún sueño, propósito o plan se puede realizar si no hay salud en nuestras vidas. ¿De qué te serviría el reconocimiento, dinero o el sueño logrado sino tienes salud para disfrutarlo y calidad de vida para gozarlo?, de ser esto cierto, podríamos decir entonces que sin salud no hay vida y planes que valgan la pena ser cumplidos. Pero, ¿qué pasa con la salud en Guatemala?

Para empezar, vale la pena decir que para el año 2017, la esperanza de vida de las mujeres era de 76,58 años, mayor que la de los hombres que fue de 70,18 años. La mortalidad infantil en el país, que por si no lo sabes, se refiere al número de niños menores de un año que mueren por cada 1000 nacidos vivos, para el año 2018 fue de 21,8, una tasa bastante alta relacionado con los índices mundiales, para darnos una mejor idea de lo que significa este número, podemos mencionar que por ejemplo Suiza, uno de los países más y mejor desarrollados del mundo, para el año 2018, tuvo una mortalidad infantil de 3,6 muertes por cada 1.000 nacimientos, México uno de nuestros países vecinos, para el mismo año, presentó una mortalidad infantil de 11,9 muertes por cada 1.000 nacimientos; Costa Rica, el país mejor desarrollado de Centro América presentó para el mismo año, 8,3 muertes por cada 1.000 nacimientos. Por cierto, se me había olvidado mencionar que los índices de mortalidad materna, reflejan el desarrollo de un país.

Ahora, con la mortalidad materna, la realidad es prácticamente igual de desalentadora, la mortalidad materna es el dato que refleja las muertes maternas relacionadas con el embarazo. Para el año 2017 la mortalidad materna en Guatemala fue de 88 muertes  por cada 100.000 niños nacidos vivos. Las causas principales de muertes maternas fueron la hemorragia, hipertensión, infecciones y la práctica de abortos clandestinos. En Guatemala únicamente el 66% de los partos son atendidos por personal de salud debidamente capacitado; vale mencionar que la tasa de Costa Rica para el mismo año fue de 25 muertes por cada 100.000 niños nacidos vivos.

Guatemala es el país de las eternas desigualdades, el país en donde ser pobre es casi una sentencia de muerte, la nación en la cual puedes morir por una diarrea o una neumonía, obviamente los niños menores de 5 años son los más afectados por estas enfermedades que son absolutamente prevenibles, pero no lo son debido a la pobreza y el difícil acceso a la salud, las desigualdades provocan que los niños de familias más desfavorecidas tengan el doble de probabilidades de morir antes de cumplir 5  años.

Guatemala es la nación en donde la atención en salud es rápida y de calidad, solamente si tienes el dinero suficiente para pagar por ella. Tenemos hospitales colapsados, personal médico insuficiente para la demanda de pacientes, escasez de recursos físicos y hospitales estructuralmente descuidados. Con todos estos tristes y desalentadores datos, el plan de cumplir con la salud universal al alcance de todos, cada vez queda más como un sueño, que como un plan a cumplir a futuro, aún nos queda un largo camino por recorrer y grandes cambios que realizar, mientras hacemos estos cambios se hacen, lamentablemente muchos inocentes seguirán.

 

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