Andrea-Villagran-Noviembre-2013

Andrea Villagrán / Opinión /

La redención de los Caballos y Los Metales” y “Guatemala: viviendo al borde del abismo”, narran la realidad de muchos guatemaltecos que viven en áreas marginadas de las afueras de la ciudad de Guatemala, mejor conocidas como “cinturones de pobreza”. Estas áreas periféricas, concentran gran parte de la población emigrante del interior del país, que en busca de mejores niveles de vida se ven obligadas a dejar su lugar de origen. Topándose con condiciones precarias de pobreza, exclusión, desempleo y violencia que suscitan la creación de pandillas.

“Las balas zumbaban en las ventanas. Los pandilleros se escondían como ratones. Los tiroteos tronaban a cualquier hora. La mayoría de los fundadores de las clicas habían sido asesinados.”

Los barrios pobres de la ciudad son diversos, los mejores cuentan con electricidad y agua potable, mientras otros denominados “asentamientos” – porque no cuentan con la legalidad de la propiedad- viven en condiciones de miseria, principalmente en champas, sin servicios básicos, electricidad, agua potable, sistema de alcantarillado; viven entre aguas residuales, enfermedades, desnutrición y con el temor de ser desalojados en el momento menos esperado.

“La mayoría de las familias de nuestros barrios viven en casas hechas de láminas oxidadas, cartón y plástico. Algunas familias ni siquiera tienen eso.”

“Durante la temporada de lluvias, muchas personas viven en el barro. El agua fluye a través de sus champas”.

Estas comunidades no cuentan con políticas de vivienda, salud, de seguridad ciudadana o programas de prevención, lo que acentúa su situación de pobreza y violencia. La conformación de maras o pandillas, que vulneran a la sociedad, es motivada por la poca eficacia del Estado, en su capacidad de ejecutar políticas y bienes públicos que promuevan el desarrollo socioeconómico.

“Si no hay trabajo, ni escuelas, ni nada que hacer, y tiene el nivel de pobreza donde los padres no pueden permitirse el lujo de alimentar a sus hijos o enviarlos a la escuela, entonces van a la criminalidad.”

El desempeño del sistema político se mide a partir de la calidad de sus instituciones y de su política económica, es decir por su capacidad de generar riqueza, reducir la exclusión y la pobreza. La situación de marginación de los barrios pobres de la ciudad, demandan su incorporación en la dinámica del mercado laboral formal. Por lo que podemos medir el deterioro institucional a partir de la eficacia del proceso de retroalimentación, en donde la sociedad civil introduce sus demandas – inputs– y la respuesta estatal – outputs– son acciones superficiales. Evidenciando los fallos del sistema político guatemalteco –corrupción, procesos demasiado burocratizados, deficiencia de bienes públicos y clientelismo, entre otros-. Por tanto, la percepción de inseguridad, pobreza y corrupción de los ciudadanos afecta la credibilidad y legitimidad del régimen democrático, que a su vez influyen la cultura política, haciendo que se señale la “mano dura” como la solución más apropiada para establecer un orden social.

sólo durante las elecciones los políticos encuentran el camino a los barrios pobres. Entonces, vienen con regalos tales como láminas y concreto, con promesas como el empleo, la educación y la salud”.

La omisión Estatal de acciones estratégicas para dar solución al problema de fondo, avecina una crisis de gobernabilidad en el país. Las operaciones de apoyo y obra social, que realizan algunas Iglesias, ONGs, Movimientos Sociales, entre otras, se ven sobre pasadas por la magnitud del problema que se acrecienta día con día. Por lo que el único actor con la capacidad de poder abordarlo de forma integral y sostenible es el Estado.

Ante tales agravios, se tiene la necesidad de solventarlo con políticas de descentralización política y económica. El problema de las maras en los barrios marginales, se vería disminuido por políticas económicas de inversión estatal y gasto público, que reduzcan las brechas de desigualdad, que aumenten el empleo/productividad y la creación de bienes públicos, en materia de educación y salud. Asistido de incentivos a la inversión para mantener el crecimiento económico y no caer en un “estado de bienestar”. Igualmente, de políticas de vivienda, seguridad y justicia, que posibiliten la prevención de la violencia. Concibiendo credibilidad en el régimen democrático y mayores ingresos en materia fiscal que permita fortalecer las instituciones estatales.

Sin embargo, los barrios marginados continúan creciendo, los habitantes siguen padeciendo enfermedades y desnutrición. Las condiciones precarias empeoran, y se perpetúa la pobreza. Se consolidan las pandillas y se extiende la violencia. ¿Acaso no tienen derecho a vivir dignamente? No se muere con dignidad, se vive con ella.

[quote]“La vista de la capital es esplendorosa(…) La ciudad se pinta como la tierra prometida desde esta montaña de calles empinadas y casas apuñuscadas donde habitan 70 mil personas, emigrantes de áreas marginales que vinieron a este fin de mundo, siguiendo el sueño de tener un terreno propio.”[/quote]

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