Secret app

Ana Raquel Aquino/Opinión/

“Entrégale una máscara y te enseñará la verdad”      -Oscar Wilde

La idea parecía buena. Como se lee en los objetivos de la aplicación Secret: “La meta no es solo crear una aplicación sino una plataforma que brinde más autenticidad, conciencia de nosotros mismos y empatía al mundo.” Poco de eso se está logrando con tanto insulto, me resigné. Ya sentía un revoloteo en el estómago. Ese que es provocado por el disgusto. Tenía menos de 15 minutos de haber bajado la famosa app. Ya me había causado molestia debido a posts machistas, unas fotos extremadamente explícitas y críticas poco constructivas de gente conocida. También me ocasionó un par de risas. ¿A quién engaño?, no todo lo que leí era malo.

Voy paso a paso. Secret es una aplicación para los sistemas operativos iOS y Android. La gracia es que los usuarios pueden compartir pensamientos -la idea es que sean secretos- como en Twitter pero con tus contactos, ya sea los guardados en el teléfono o los de Facebook, una vez se vincule directamente con la aplicación. Todo esto no suena novedoso hasta que caemos en el punto: los posts y comentarios realizados dentro de esta red social son, en principio, anónimos.

Debo decir, a modo de denuncia social, que tuve varios conocidos afectados por los “secretos” que algún “amigo” de ellos reveló en la aplicación. Admito que en algún momento de esa tarde del jueves 28 de agosto, día en el cual hizo boom la herramienta, me sentí en una dimensión desconocida. En los pasillos de la Universidad se evidenciaba cómo nadie paraba de observar su celular. Adentro de la clase no faltaba alguien que dijera: “Ya estás viendo Secret” o “¿Estás posteando algo sobre mí, verdad?”. La paranoia corroía a los estudiantes. Solo pensaba que si así era en la Universidad, cómo sería en los colegios; suspiré.   

Creo que para lamentar o denunciar los comentarios se tienen otras vías, incluyendo la judicial[1]. En los siguientes párrafos trataré de ser breve pero concreta en cuanto a la explicación de los usos y términos de esta chismoplataforma.

Cuando ingresé a la página web de Secret[2] me topé con varias cuestiones que son interesantes. Para empezar, lo primero que encontramos es lo que podemos o no postear. Dentro de lo que no podemos postear, la lista -entre otros- consiste en:

  • Contenido que es ilegal o inmoral
  • Contenido que infrinja o viole cualquier derecho de cualquier parte
  • Contenido que coleccione información personal acerca de otros usuarios así como también se prohíbe la intimidación, amenaza, hostigamiento o cualquier otro tipo de acoso hacia cualquier otro usuario de Secret.

Posterior al listado está la aceptación. Sí, esa. La que nadie nunca lee. La que damos por sentado y solo apachamos como degenerados: aceptar, aceptar, aceptar en la pantalla.  Ciberusuarios, esta parte es importante. En la mayoría de softwares que descargamos a nuestros aparatos electrónicos consentimos las condiciones de uso, servicio y privacidad sin siquiera hacer scroll down. Cuando en realidad, afirmamos que lo que allí se expresa es veraz y que nos circunscribimos a ello.  En resumen, ese clic significa: todo eso ya lo leí, estoy enterada y acepto expresamente las consecuencias estipuladas.

Llama la atención que en la página se hace énfasis en la cuestión de la privacidad. Bueno, es que es obvio. Se trata de una app en la cual el anonimato es el rey en esta actividad cibernética.

Ahora fui yo la que hizo clic sin pensarlo y me adentré a ver los términos de privacidad.

Es curioso. De entradita se dan a conocer las definiciones internas que cualquier persona “normal” no entiende, me incluyo[3].  Las políticas de privacidad explican cómo la aplicación recolecta nuestra información personal y la de nuestros contactos. Cómo la utiliza y divulga. El servicio que brinda Secret incluye compartir mensajes, fotos, comentarios y contenido (posts) con los contactos que tenemos almacenados en nuestro celular cada vez que ingresamos a ella. Adicionalmente, cada vez que a un usuario “le gusta”  un post, ese contenido se comparte a nuestros demás contactos usuarios. Así se va construyendo la red/network. Más contactos, más alcance. Más likes, más shares. Y ahora, en lo que subo al segundo nivel, desbloqueo mi celular. El chisme ya lo sabe hasta mi amiga que vive en Brasil.

En los términos tipifica que existe cierta información que se almacena automáticamente. Dice que solo se usa con fines de depuración y análisis. El problema no es el qué, es el cómo. Los programadores podrán acceder a las publicaciones que hacen nuestros amigos y contactos ya que dimos nuestro número telefónico, correo electrónico o en el peor de los casos, nuestra cuenta de Facebook.

La realidad tras el clic

Ingresamos el número telefónico. La app pide acceso a nuestra lista de contactos. Esta información es enviada a los servidores para autenticar y “solicitar” los secretos de nuestros amigos. En la transacción, nuestros contactos con sus nombres, correos electrónicos y otros atributos quedan a disposición de la aplicación (de ellos).

Luego, solicita acceso a Facebook. La historia se repite. Nuestros contactos, publicaciones en Facebook, fotos, notas, mensajes quedan a su beneficio. A la larga, esta y cualquier aplicación de este tipo llega a saber todo lo que necesita acerca del usuario.

Más atención. La información de navegación indica que técnicamente Secret sabe nuestra dirección IP[4] y por ende, las páginas que visitamos antes de haber siquiera bajado la aplicación. Entre líneas dice: esta data no es almacenada permanentemente. Ojo, permanentemente. No determina tiempo específico. Significa que al momento de cerrar la cuenta o dejar de usarla, la información se quedará “paseando” en la red. Este tipo de data, en el mundo del internet, es utilizado para crear un perfil del usuario. Esto incluye: qué nos gusta o qué no, cuáles sitios visito y con qué frecuencia, temas o materias de interés y un largo… etcétera. Simplificando, moldea el: yo virtual”.

Como si esto no fuera para dejar tirado el celular en cualquier esquina. En la información de ubicación dice que es obtenida por medio de triangulación vía IP o asistida con GeoLocation (GPS si lo tiene). El fin es para poder enviar publicidad ad hoc al lugar en donde vivimos y, de nuevo, a nuestros intereses. Lo que hace es definir con precisión de dónde provienen las publicaciones. Este tipo de información es valiosa para empresas como Google o Facebook. Lo más aterrador es que nunca menciona si la ubicación es almacenada o no. Ni por cuánto tiempo dentro de la red.

Pero ¿por qué el alboroto?

En Guatemala hay discriminación, ignorancia, sexismo, pobreza de intelecto, poca visión colectiva, racismo. El impacto es causado por el aparente anonimato que los usuarios paradisíacamente podemos utilizar. Tengo un amigo que me dijo: “toda red social es anónima” y tiene razón, pero esta es una aplicación donde el anonimato es el motor y fin de la misma.

El asunto de aceptar las condiciones de manera casi automática y sin leer, en cualquier cuestión, es lo que va implícito. Resulta que la aplicación está obligada a dar la dirección IP, número telefónico y/o correo electrónico de cierto usuario si algún Tribunal o Juzgado lo requiere ya sea por orden judicial o mediante citación a las partes. Como individuos tenemos libertad pero eso no incluye violación a los derechos fundamentales, impunidad e injusticia. Hay que analizar lo que se teclea, postea, comenta y hace. Hacernos responsables. Dar la cara.

Al final recae en uno mismo. El uso de la tecnología para nuestro beneficio está a cargo de la humanidad propia. Se puede utilizar la ciencia para bien o mal. El problema no es Secret. Es nuestra sociedad poco educada para utilizar este tipo de herramientas. La solución no son las múltiples denuncias ante el Juzgado de la Niñez y Adolescencia, el Ministerio Público o la Procuraduría de los Derechos Humanos[5]. Mucho menos la advertencia por parte de la Vicepresidenta de la República de que sus “amigos” podrán desencriptar la aplicación (absurdo ya que los dueños son programadores de Google y pagaron miles a quien encontrara bugs en el software desde enero).

Ni se diga de alguna iniciativa de ley que pretenda lesionar el derecho a la libertad de expresión. Ya pensaron ¿en dónde puede terminar una legislación que coarte la opinión pública? ¿Es esta aplicación llena de “secretos” el antecedente para que el sector político pueda restringir la manifestación de los guatemaltecos?

Los límites no los pone la ley sino cada uno. El respeto no es solo para los que me caen bien. La ignorancia y el “me pela porque nadie sabe quién soy” se curan con educación[6].

Anónimo no significa ilocalizable.


[1] Comunicado del Procurador de los Derechos Humanos de fecha 3 de septiembre de 2014: https://twitter.com/PDHgt/status/507231741200056320/photo/1.

[2] Página web de la aplicación Secret en donde se enumeran los términos de servicio y uso: https://www.secret.ly/tos.

[3] Es por esto que agradezco a mi amigo Jonathan Melara por alumbrar un poco las tinieblas de la interfaz y sus algoritmos.

[4] Significado de dirección IP: http://es.wikipedia.org/wiki/Direcci%C3%B3n_IP.

[5] Noticia de El Periódico (3 de sept. 2014) donde autoridades accionan para restringir el uso de Secret: http://www.elperiodico.com.gt/es/20140903/pais/1329/Accionan-para-restringir-uso-de-aplicaci%C3%B3n-Secret.htm.

[6] Más opiniones del tema en estos blogs: http://luisfi61.com/2014/09/03/el-peligro-de-secret/ y http://inverba.org/2014/09/01/secret-y-los-bajos-placeres/.

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