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Jorge Godoy/ Camino Seguro – SafePassage/

“Pero aunque no tengamos el poder de elegir de dónde venimos, todavía podemos elegir a dónde vamos desde ahí.” – Las ventajas de ser invisible.

Son las doce de la noche de un día cualquiera en un lugar cualquiera, y me pongo a escribir sobre mi experiencia. Antes de comenzar a escribir estas letras, leo antes un artículo sobre Camino Seguro. Cuando termino de leer tengo los pelos de punta y la inspiración brotando por los dedos, lo cual es muy raro en mí. Me doy cuenta de lo afortunado que soy y todo lo que tengo.

Estoy en mi dormitorio y afuera llueve y tengo la excusa que mañana me levanto tarde sin ninguna responsabilidad. ¿Qué más podría pedir?

Pero siempre está ese sentimiento de que algo falta, en lo que descubro qué es, me pongo a soñar despierto en cómo sería mi vida si yo fuera uno de los tantos niños que ayudan a sus papás en el relleno sanitario de la zona 3 y me llevarán a Camino Seguro por primera vez. Me salen las lágrimas de imaginármelo; es el paraíso dentro del infierno. Sentiría que es un nuevo mundo, una nueva oportunidad, un lugar donde no tengo responsabilidades de adulto porque aun soy un niño, donde puedo preguntar sobre lo que me inquieta, donde puedo aprender lo que no sé, donde puedo desarrollar mis habilidades. ¡Incluso puedo aprender otro idioma!

En ese momento me sentiría el niño más feliz del mundo, y nadie me haría quitarme esa sonrisa del rostro, nadie ni siquiera la hora marcando que es hora de irme del proyecto, porque sé que Camino Seguro no se queda ahí; Camino Seguro se va conmigo, se va con mis profesores, con mis tutores, con todo el mundo involucrado en él. Vuelvo a la realidad, estoy otra vez en mi habitación y me siento triste por no poder seguir soñando con esa inocencia de niño, pero me reconforta el poder ser parte de Camino Seguro.

Yo he venido a Asia, no con el propósito de recibir lo que vosotros me deis, sino con el de que tengáis lo que yo deje” Alejandro Magno.

El primer día llegué con un miedo terrible, tenía en mí esa adrenalina de hacer algo nuevo. Nunca había hecho voluntariado, solía ser de esas personas que aplauden cosas así, pero no pasan de eso. Estaba inerte.

Desde que atravesé el umbral de la puerta de esa casa que es Camino Seguro, se me abrieron los ojos y me sentí muy cómodo. Creo que recuperé un poco de esa ingenuidad y alegría de conocer algo nuevo, que dejé perdida en algún momento de mi vida. Vuelvo a recordar que desde el primer momento me recibieron con una sonrisa y devolví la mía con nerviosismo, me enseñaron las instalaciones, y me detuvieron enfrente de la imagen de HanleyDenning y no sé por qué razón su nombre y rostro se me hacen conocidos, me cuentan la historia y uno los puntos. En algún lugar de mi vida leí algo sobre ella pero no le puse tanta atención, aunque ahora que lo pienso por alguna extraña razón me recuerdo de haberlo leído y me pregunto ¿por qué mi mente guardó su nombre? Cosas peculiares…

Un día de esos, dentro del proceso de aplicación me llevaron como una forma de adaptarme a Biblio Club: leímos un libro, hicimos una actividad de lógica, y para terminar una niña de diez años me derrotó siete veces seguidas en un juego de lógica. No se me quitaba la sonrisa del rostro, porque sentía que era ese niño que soñé despierto. Tengo un bendito problema y es que tengo que decir que en ese momento fue cuando encontré ese algo que me hacía falta.

Ese sentimiento de estar donde me corresponde.

No suelo ser tan poético, pero he terminado de entender que cada uno de los que formamos parte de Camino Seguro fuimos llevados allí de la mano por ese sentimiento que nos une, ese sentimiento que hace mucha falta en nuestro país. Ese sentimiento que cada uno de los involucrados estamos obligados a transmitirle a cada una de los niños, jóvenes, mamás, papás que están en Camino Segur. Ese mismo sentimiento que motivó a HanleyDenning a dejar todo, y venir a un país que no conocía para ayudar a personas desconocidas sin importarle si estaba bien o mal. Dicen por allí que hay que hacer el bien sin mirar a quién, pero qué bien se siente ver a los ojos a alguien y descubrir el bien que se acaba de hacer.

“La vida no se mide en minutos, se mide en momentos” El curioso Caso de BenjaminButton.

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