Los guatemaltecos hemos demostrado nuestro apoyo incondicional ante causas o situaciones difíciles, y esto queda evidenciado después de la erupción del Volcán de Fuego el pasado 3 de junio de 2018, cuando la ayuda llegó de manera voluntaria.

Según el Índice de Solidaridad,  somos considerados en general una sociedad proactiva y solidaria con quienes más lo necesitan. Pero, ¿qué tan solidarios podemos llegar a ser en nuestro diario vivir?

La solidaridad es actitud, es tener disposición y ánimo en la mente-cuerpo a estar presentes, comprometidos con el otro.

El otro es la humanidad entera que se presenta en todos los que nos rodean. Nuestros familiares, vecinos, colegas de estudio o trabajo. Los ancianos en los transmetros, los vendedores en los mercados, los agentes de la policía, los pilotos de bus, los jóvenes, los estudiantes, los homosexuales o las viudas. Son todas aquellas personas sobre las cuales nuestra actitud solidaria y generosa puede repercutir inmediatamente en una mejoría sustancial de su calidad de vida.

Estar presentes y comprometidos con el otro significa acudir y tratar de solucionar sus urgencias, empoderándolos y capacitándolos para salir adelante frente a una situación desfavorable.

Si por solidario entendemos que es estar implicado activamente en una ONG, un voluntariado o fundación, entonces somos muy pocos los guatemaltecos solidarios. Por otra parte,  si por ser solidario entendemos que es dar limosna o pagar el diezmo, entonces prácticamente todos los guatemaltecos religiosos son solidarios, pero no por amor al prójimo sino por imperativo moral.

Ser solidario no es tomar acciones solo porque los demás lo están haciendo. Ser solidarios es dejar esa actitud individualista y cerrada, la indiferencia y la disposición egoísta de negar al otro ignorándolo hasta hacerlo invisible, imperceptible e inexistente. Dejar de voltear la mirada ante la exclusión, discriminación y racismo. Dejar de negarle la mano o la vía a quien la pide. No hacerse de oídos sordos frente a las injusticias políticas o inclusive justificar y culpabilizar su minusvalía. Ser solidarios implica volvernos responsables ante la desigualdad en la que vivimos.

Ser solidario no es un hecho puntual, ni una aventura de verano, es un compromiso constante.

Ser solidario implica entregar una parte de nuestro propio ser y nuestro propio corazón en pos de una causa en la que creemos, sea cual sea esta.

Si los guatemaltecos nos solidarizáramos todos los días con aquellos que padecen situaciones de exclusión y discriminación social y buscásemos por todos los medios educativos, políticos y económicos solucionar sus padecimiento, generaríamos posibilidades de inclusión social que restituyan la dignidad de aquellos que se enfrentan diariamente a la negación del sistema.

En otras palabras, la solidaridad nos restituye como sociedad porque revierte las injusticias. La solidaridad es la llave para librar al  prójimo de una realidad injusta que nos repercute a todos los miembros de la sociedad por igual. No podemos cambiar el mundo entero pero sí el entero mundo de quienes nos necesitan y que están a nuestro alcance.

No hay que olvidar que quién entrega también recibe. Recibe amor, agradecimiento, cariño, alegría. Todo depende de que adoptemos la actitud de estar abiertos al mundo y a sus infinitas posibilidades de hacer de él un lugar mejor.

Compartir