Brújula /
“Somos un chingo aislados”, decía Sergio Tischler el pasado martes en un conversatorio organizado por el colectivo De la Plaza a los barrios, en el Instituto Central para Varones, refiriéndose a las marchas y grupos ciudadanos que han estado saliendo a las calles durante los últimos meses, como rechazo al sistema político del país.
Y es que a pesar de los muchos que somos y lo aislados que nos encontramos, la presencia de los ciudadanos en las plazas y manifestaciones de las últimas semanas ha ido disminuyendo cada vez más. Bajo el argumento de que las manifestaciones ya no sirven, que es momento de hacer algo más, muchos jóvenes y guatemaltecos han dejado de asistir a las plazas, resignándose a que salir a las calles no ha tenido los resultados esperados.
A decir verdad, algo de razón tienen. Las reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos fueron tomadas con indiferencia política por la mayoría de diputados del Congreso de la República, especialmente las bancadas Líder y Patriota, enviando a la Corte de Constitucionalidad (CC) la iniciativa LEPP para que emitiera opinión de cada uno de los artículos. Asimismo, en el Congreso de la República se votó en contra del antejuicio contra Otto Pérez Molina, y la bancada Líder desea discutir en torno a una iniciativa para limitar el trabajo de la CICIG.
Esto desgana – o enciende- a cualquiera.
Hoy más que nunca creemos que esto nos debe encender. El sistema político nos continúa demostrando lo ineficiente que es, y ante ello es importante continuar demostrando el rechazo, la indignación y el enojo hacia la clase política que lo conforma, y hacia el sistema mismo. Es momento de comprender que las manifestaciones son parte de un proceso más grande y amplio de búsqueda por la transformación de nuestro país. Las marchas son la punta del iceberg, una punta importante para continuar visibilizando públicamente el rechazo absoluto al sistema. Este puede ser el inicio de un momento más horizontal y amplio, del cual todos y muchos podamos formar parte; continuemos encontrándonos, solidarizándonos con los que han llevado su indignación y exigencias al límite de la vida (¡Brenda Hernández y Gabriela Flores!), venciendo el miedo y recuperando la esperanza.
Somos muchos y continuaremos siendo muchos, mientras la esperanza no muera. Nuestro proceso no terminará en las elecciones 2015 (se den, las legitimen o rechacen); este debe continuar y avanzar para ir generando los cambios que todos queremos, desde un nosotros plural. Para que ya no estemos aislados, y poder así, soñar y construir una Guatemala distinta juntos. Todavía tenemos mucho por hacer.