A medianoche del domingo 9 de abril de 2017, el domingo conocido en el período cuaresmal como Domingo de Ramos, me encontraba en la parte trasera del cortejo de la procesión de Jesús Nazareno de los Milagros, “El Rey del Universo”, que había salido a las seis y media de la mañana desde el Santuario Arquidiocesano del Señor San José, ubicado en el centro de la ciudad de Guatemala. Con un recorrido de casi dieciocho horas, la procesión de Jesús de San José es una de las que mayor convocatoria tiene entre los feligreses católicos.
La procesión estaba organizada por los miembros de la Hermandad de Jesús Nazareno de la Santísima Cruz del Milagro. ¿Qué hacía una mujer, antropóloga, tomando notas y fotografías, adentro del cortejo de la imagen de Jesús? La mujer y antropóloga era la que suscribe esta nota. La pregunta no es casual, porque ese espacio específico, al interior del cortejo de la imagen de Jesús, está reservado para cargadores-hombres (los cucuruchos). Esta incursión etnográfica se produjo en el marco del actual proyecto de investigación que intenta dar respuesta a una pregunta más amplia sobre los procesos de formación de sujetos en espacios religiosos. Dos son las preguntas que guían esta investigación:
- ¿Cómo los espacios religiosos definen, al igual que producen, formas de vivir y performar el género?
- ¿Cómo el género marca/produce los espacios religiosos urbanos en la ciudad de Guatemala?
En esta primera fase de investigación, se ha analizado cómo los espacios religiosos están impregnados de significados y usos sociales. Siguiendo a Lugones (1987) y hooks (2015), argumento que estos espacios reflejan las dinámicas de género y pueden ser analizados como contextos en los cuales las relaciones de poder son más sutiles y complejas que las que pensamos a través del lente de la diferencia y de lo binario. Al centrar la mirada en las relaciones de género, se ha visto cómo, en los procesos de organización del espacio siguiendo lógicas y dinámicas sociales distintas, se ha construido una omnipresente división del mundo en afuera y adentro, sagrado y profano, público y privado, que marca las diferenciaciones de género (qué es ser mujer o ser hombre en esos espacios).
Por ejemplo, las hermandades/cofradías fueron históricamente organizaciones masculinas, donde la sociabilidad, las jerarquías y las formas de subjetividad masculinas podían representarse/desarrollarse. No es así desde hace décadas; sin embargo, las asimetrías y diferencias construidas se siguen (re) produciendo, en constante tensión. Esta tensión no solo produce las múltiples formas de “hacer el género” [doing & performing gender], sino que expone las diversas formas de ir “deshaciendo el género” [undoing gender].
Referencias
1 hooks, b. (2015). Homeplace (A site of resistance). In: hooks, b. (2015). Yearning: Race, Gender, and Cultural Politics. New York: Routledge. pp. 41-50.
2 Lugones, M. (1987). Playfulness, “World”-Travelling, and Loving Perception. Hypatia (2):2, pp.3-19.