Ana Raquel Aquino / Opinión /
“La historia universal es el progreso de la conciencia de la libertad” -Georg Hegel
Volvía a sonar la alarma. Esperaba cinco minutos, tal vez otros diez más. La gravedad parecía más fuerte. Día tras otro. No sabía si se levantaba porque debía o porque quería. La vida es lo que transcurre al saborear los panqueques matutinos. Llevaba veinte minutos de retraso al trabajo. Podrían ser cuarenta, no había diferencia.
Llegaba al trabajo, saludaba en el mejor de los casos. A veces de buen humor, a veces no tanto. Nadie preguntaba o al menos era raro que lo hiciera. Variaba el clima, la ropa, las sonrisas, las llamadas, los correos. La rutina era prácticamente la misma. Como un copy+paste ad eternum.
Abrió Facebook y Twitter, ¿cuántos seremos en realidad?[1]. Tenía el gobierno que heredó y ella ningún documento firmó. Apenas podía creer que en las mismas cárceles violaran a presas por hombres privados de libertad, no se le podía ocurrir que existiera pena sobre pena[2]. El cambio debía ser estructural. Las influencias sobre los gobernantes eran demasiadas. La corrupción tangible, la ilegitimidad obvia. Las salidas legales, pero poco éticas, reiterantes. Parecía que los vacíos de ley habían sido creados a propósito, como en algún tipo de película de acción o conspiración. El universo normativo carente de visión, inútil. El sistema de justicia habitado por sanguijuelas materialistas. La visión y misión: trivial.
Le habían dicho que leyera la “Patria del Criollo” para entender su país. Le sonó aburrido. No lo buscó.
Pasaban de las nueve. Hora de ver las noticias. Había cierto relajo con la Vicepresidenta, el supuesto pre-candidato y los ministros[3]. Es irónico. Parece que sus políticos no intentan, ni de reojo, aprender un poco de filosofía. Lo decía Maquiavelo: “El que es elegido príncipe con el favor popular debe conservar al pueblo como amigo.” Cambio de página. Desanimada por la realidad intentó reanimarse con un café, sabía que no debía, aun así lo tomó. Veinte minutos más tarde, a la mitad de la mañana, revisaba su correo electrónico. Los mismos trámites desde hace un año. No creía en tanto papeleo. Caminó hacia la fotocopiadora, inmersa en burocracia, y allí lo supo: si quería un cambio, ella debía ser parte de la iniciativa[4].
La controversia entre el cómo y el cuándo. El problema nacional reflejado en cada minuto, los trescientos sesenta y cinco días del año. Se percató de la ilusión que crean las noticias, la sensación de algo ajeno, foráneo. Las personas que conocía las percibía con máscaras, fabricadas por años, golpes, experiencias. Su lugar de trabajo daba cólera, el sentimiento que provoca lo que podría ser y no es. Sus familiares como en un ring de pelea -auspiciado por ideologías sociales- en cada reunión. Sus fines de semana efímeros le hacían comprender la relatividad del tiempo. Sus amigos, algunos, no eran consuelo. Otros, en cambio, lucidez entre tanto espejismo. El internet: fuente inagotable de data. Sentía la necesidad de ser la que filtrara la calidad de la misma, se preocupaba por la des-información, la superstición, las creencias sin evidencia, la pérdida del tiempo en debates sin fundamento. El uso de la ciencia con fines exclusivos y no para ayuda colectiva, mejora de recursos, humanización.
Pasaba dos horas leyendo opiniones, viendo fotos, logrando sentirse parte. Indignándose. Comparando criterios. Analizando alternativas. Era molesto para ella vivir en un mundo sabiendo lo que ahora ella heredaría, si no lograba incorporarse al cambio. Tener valentía[5].
No pretende ser lección moralista. De esa ya pasó el tiempo. Ahora vamos contra el reloj. No es fácil cuando la costumbre desgasta. Cuando lo que se quiere y debe conlleva traslape, pesimismo, obstáculos y animadversión. Algunos envidian el coraje de personas que ahora son leyendas. Las acciones de ellas nunca son tan sencillas como cuando se leen en un libro, tres siglos después. La historia se escribe para recordarla. La nuestra aún pendiente.
Y somos parte -aquí hay dos opciones- del problema o de la solución.
Siempre he creído en los múltiplos de 2 por 2,
en la mitad de 666
No digo que en las letras
estas cuando suman, no alcanzan. Nunca.
[1] Opinión de Félix Alvarado en Plaza Pública el 23 de sept: http://www.plazapublica.com.gt/content/cuantos-somos-0.
[2] Presas violadas por presos, la pesadilla de 259 mujeres: http://nomada.gt/presas-violadas-por-presos-la-pesadilla-de-259-mujeres/.
[3] La campaña anticipada del Partido Patriota: http://www.plazapublica.com.gt/content/un-fraude-de-competencias-para-salvar-al-partido-patriota.
[4] Grupo Semilla: http://www.elperiodico.com.gt/es/20141005/domingo/2841/Sembrando-para-la-acci%C3%B3n.htm.
[5] Dra. Claudia Escobar Mejía renuncia tras los vicios en el proceso de elección de magistrados por las Comisiones de Postulación y el Congreso de la República: http://elperiodico.com.gt/es/20141008/pais/3018/Jueces-advierten-sobre-medidas-a-la-CC.htm.