Claudia Calderón/ Opinión/
“Usted merece vivir en este lugar”, es el slogan publicitario de un conjunto de apartamentos de alto valor monetario, ubicado en el departamento de San Salvador, El Salvador. Al ver el anuncio, me percaté que detrás de este se encuentran las comunidades El Tanque y La Cuchilla, zonas marginales (llamadas por ese nombre) en donde viven aproximadamente 420 familias en condiciones de extrema pobreza. Ninguno de los residentes de dichas zonas posee título de propiedad de terreno ni acceso a agua potable. Y hasta el momento, ha habido promesa de parte de la Alcaldía de reubicar a estas personas a zonas dignas para vivir, pero continúa siendo una intención.
La exclusión social es un problema estructural, en donde se excluye a un grupo determinado de personas de ciertos beneficios sociales.
Esto no se da por decisión propia, sino por parte de la sociedad que las rodea. Me pregunto, ¿quién merece vivir en una casa digna con las condiciones básicas y necesarias para un ser humano? En teoría, todos lo merecemos, más no todos lo tenemos. Y aprovecho para aclarar que este artículo NO es una crítica a los dueños del proyecto, a los residentes o personas a cargo de las constructoras, sino más bien, es un ejemplo de cómo la exclusión puede estar tan cerca como detrás de un anuncio publicitario, sin colocar nuestra mirada más allá de lo que sucede.
Para el año 2010, en El Salvador, cuatro de los aproximadamente seis millones de habitantes, sufría de marginación y exclusión social, según un estudio revelado por el Departamento de Economía de la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA). Es una cifra que representa seres humanos, a quienes constantemente se les está recordando por cualquier vía que ellos no pertenecen a un grupo social específico.
“Eres el lugar donde vives” es otro slogan utilizado para el mercadeo de viviendas de lujo. Sinceramente, este me parece todavía más indignante y doloroso. Se crea un condicionante que regula nuestro status en la sociedad. Es un ejemplo literal de exclusión que la misma sociedad crea, etiqueta y diversifica. Y a la vez, se crea dentro del imaginario colectivo que al poseer lo que se promete en esas vayas publicitarias o en otras vías, nuestras vidas girarán en torno a un estilo de vida único, moderno, placentero, novedoso, tranquilo. Me vuelvo a preguntar, ¿quiénes son entonces los residentes de las comunidades El Tanque, La Cuchilla, y miles más?
La exclusión social que atraviesan cada día miles de centroamericanos, es un problema que debe trabajarse desde las esferas de los gobiernos.
Se vuelve indispensable la creación de políticas públicas relacionadas con la disminución de las fuentes de exclusión, reconocer los derechos humanos y sociales y cumplir la ley. Sin embargo, hasta ahora, no es un tema de agenda prioritaria, y si lo es, no existe un trabajo definido y real que asegure su erradicación.
Esa es la realidad que atraviesan muchas partes en toda la región centroamericana. Personas que como todos, tenemos derecho a una vida digna, segura, protegida, pero que hoy por hoy, solo se vive entre las páginas de una constitución.