Cindy Quiñonez / Colaboración /
Son las 7:30 de la mañana de un día sábado -como cualquier otro-, algunos estudiantes aprovechan para descansar después de cinco días de tareas, trabajos en grupo, lecturas y ejercicios de las distintas carreras en las que estudian. A esa misma hora otro grupo de jóvenes se prepara con carretas, palas, azadones y otras herramientas; se encuentran listos para asumir una labor diferente, un cambio necesario.
¿Qué motiva a estos jóvenes para madrugar en un día de descanso mientras otros duermen? Creo que es esa sensación que experimentamos cuando nos damos cuenta que Guatemala no está para dormir, que más que desvelos para mejorar el país se necesita despertar de un sueño de pasividad en el que hemos estado descansando por tantos años.
Soy parte de ellos, soy parte de Hábitat para la Humanidad. No digo que seamos ejemplos para la juventud, es solo que estamos sedientos de querer estar, hacer y participar.
Son las 8:30 de la mañana y hemos llegado a Chicamén, San Lucas. El día es soleado pero puede sentirse una brisa que refresca el lugar. A lo lejos se puede observar ganado que se alimenta del verde pasto y unas cuantas gallinas picoteando granos de maíz afuera de las casas. Conocemos la casa que aún no tiene cimientos, los albañiles colocan las columnas de metal que sostendrán las paredes. A un costado una pequeña galera hecha de láminas y vigas viejas resguarda todo el material de construcción.
De pronto llega el camión de la ferretería, la cual queda a una hora del lugar; los voluntarios corren para ayudar a los maestros de obra para bajar los blocks y el cemento. No importa si son hombres o mujeres, todos son ciudadanos que con sudor en la frente hacen una cadena para colocar los materiales en el lugar más cercano a la construcción.
Al mismo tiempo otros cortan las barrillas de hierro, las cuales doblamos para elaborar los estribos que forman las columnas de metal. No se construye solamente una casa, se construyen realidades para familias que necesitan de un lugar seguro y digno para vivir.
Al final del día no hay mejor recompensa que actos como los de doña Osmara de Díaz y don Geovani Díaz de Chicamén, San Lucas, quienes con sencillez y generosidad nos ofrecieron un almuerzo como muestra de agradecimiento a una labor que como ciudadanos responsables estamos llamados a realizar.
Tal vez una jornada de trabajo al mes pueda parecer poco, pero si todos dedicáramos unas horas a quienes más lo necesitan, muchas familias dejarían de vivir entre láminas oxidadas, paredes de cartón y pisos de tierra.
Únete a nosotros en la construcción de una Guatemala con menos desigualdad y una mejor calidad de vida.
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Imágenes: Hábitat para la Humanidad Guatemala