Árbenz

Pamela Avilés / Opinión /

Pareciera que el Estado de Guatemala ha logrado poco, si no es que nada, para cambiar la inmadurez política que marca y determina el desarrollo político, social y económico del país. El pasado mes de octubre, el Congreso de la República debía elegir la junta directiva para el año 2015, y como era de esperar este tema también fue objeto de escándalos, críticas y relajos. En particular, y según lo elucubrado por Prensa Libre, “el panorama se torna oscuro” ya que dos secretarios del Congreso se ausentaron y además algunos partidos políticos “durante días gestaron un movimiento contra el oficialismo”.

Paralelo a este suceso político, recibí casualmente una clase sobre las fuerzas revolucionarias en Guatemala posterior a la Revolución del 44. Encontré una carta escrita por Jacobo Árbenz que me causó la impresión de que Guatemala no “fue” sino “es” un Estado que falla en conseguir la estabilidad política y la gobernabilidad para salir adelante. Traje a colación el tema de la elección de la junta directiva del Congreso para el 2015, precisamente porque la carta de Árbenz parece ser lo que nuestros diputados necesitan oír.

De manera que, copio aquí las palabras de Árbenz y afirmó que nuestro ex-presidente se enfrentó, en aquel entonces, con lo mismo que nos seguimos enfrentando nosotros: falta de voluntad política. Advierto desde ya, que la carta pertenece a un momento histórico diferente, y por ello me permito hacer una paráfrasis de la misma; sin embargo, la esencia del mensaje se conserva fielmente. Dicho esto, dejo aquí las palabras de Árbenz dirigidas en aquel entonces a políticos que parecen no ser diferentes a los de ahora.

“(…) Había asumido que procedíamos sobre la base de la unidad y la lealtad… pero me acabo de enterar que uno de los partidos ha estado intrigando contra otro. Señores, esto me indigna y me preocupa profundamente. ¿Qué creen que vamos a lograr de esta forma? ¡Nos estamos comportando como muchachos malcriados, sin ningún sentido de responsabilidad que tenemos para con el pueblo! Nos peleamos y nos traicionamos unos a otros sin parar, mientes (…) ¡Carajo! ¡No hay más que un presidente de la República, un presidente del Congreso, un presidente de lo judicial, pero todos quieren ser presidentes. Cualquiera (…) quiere ocupar un escaño en el Congreso. Señores, acaben con esta farsa (…) Los partidos políticos no pueden ser grupos de chismosos de aldea. Deben estar fuertemente organizados sobre una clara ideología(…) Si no, ¿qué va a ocurrir? Nuestra tarea es permanecer unidos, honorables, y consecuentes con todo lo que hacemos. Tenemos que dar pasos importantes. Debemos dejar atrás nuestras pequeñas ambiciones, nuestro rencor, nuestra avaricia.”

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