Ita Recinos
Corresponsal Brújula

En octubre se conmemoran los 50 años de fundación de la Universidad Rafael Landívar y mientras celebramos esta fecha, en los pasillos hay jóvenes que caminan hacia sus clases; en la cafetería algunos utilizan la laptop para revisar el portal o actualizar su Facebook y Twitter; pero también hay uno que otro que está en la biblioteca; y más de alguno hace cola en los restaurantes para comprar comida. Estas situaciones las verás todos en la URL, ¿pero te gustaría saber cómo era la U algunos años atrás?

Para responder a esa interrogante, entrevistamos a egresados exitosos que probablemente conozcas, con el objetivo de que nos contaran acerca de sus años como alumnos landivarianos.

Primero platicamos con Julio Cardona, docente de dedicación completa, quien se graduó licenciado en Mercadotecnia, en el 2004. Nos contó que en su época no existía el portal de internet, por lo que se hacían colas interminables para inscribirse y en la cafetería no había tantas opciones de comida. También recordó que El Reducto era considerado un lugar sano y se permitía fumar dentro del campus, pero recalcó que el espíritu landivariano no ha cambiado con el paso de los años. Le pedimos que compartiera con nosotros alguna anécdota: “Cuando cerramos pensum nos dijeron que no se podía celebrar dentro de las instalaciones URL, ya que en otras facultades hubo problemas, sin embargo, burlamos la seguridad e ingresamos mariachis y botellas de champán. Hicimos un escándalo fuerte y divertido por todo el edificio L”. Le solicitamos que le dedicara unas palabras a los estudiantes y esto contestó: “Deben sentirse orgullosos de pertenecer a una institución que ha logrado aportar a este precioso país, profesionales éticos, competentes y responsables. Somos clase VIP, ¡guatemaltecos de lujo!”.

En los corredores de la U, nos encontramos a Mynor Romero, ingeniero Químico Industrial, quien trabaja en ECOLAB y es docente universitario. Al preguntarle sobre cómo era la URL cuando era estudiante, nos comentó que eran pocos alumnos y eso permitía que todos se conocieran, sin importar que no estuvieran en la misma facultad. Un dato interesante es que antes también experimentaron con los llamados “bautizos”, especialmente aquellos en los que utilizaban huevos, ya que así recibían a los de primer ingreso. El ingeniero Romero nos dio un consejo: “Aunque parezca difícil, la carrera se concluye con esfuerzo, y la recompensa es grande”.

Por su parte, Lázaro Urízar, consultor industrial y docente universitario, dijo que se graduó de la carrera de Ingeniería Industrial, en 1989. Nos contó que la población estudiantil era menor y que no existían salones donde los docentes pudieran atender de manera personal a los estudiantes, pero se esforzaban por hacerlo. “Viví el comienzo de la introducción de la computadora en los laboratorios ubicados atrás de la biblioteca. Los aparatos tenían programas como DOS, BASIC, FORTRAN y LABOL”, compartió con nosotros. También recordó que en el “peladero” del edificio M había una “piscina” donde algunos celebraban la clausura con una “bañada”. Sus palabras de aliento fueron: “Hoy, como en aquel entonces, el conocimiento se adquiere con esfuerzo. Mientras más nos esforzamos, tendremos más capacidad de servir a nuestro país”.

En el salón de catedráticos hablamos con Guillermo Cleaves, docente y licenciado en Mercadotecnia y Publicidad. Explicó que en su época no había agrupaciones estudiantiles, que no se cobraba el parqueo y que las notas se publicaban en carteleras. Como no existía el portal, se hacía cola desde las 5 horas para poderse asignar. “Den su máximo esfuerzo, sean buenos profesionales desde el primer día de su vida landivariana”, fue el consejo para todos.

Durante 50 años, la URL también ha guardado en sus paredes anécdotas, alegrías y recuerdos: experiencias de personas que se atrevieron a convertir sus sueños en realidad. Ellos dejaron huella, pero ahora nos toca a nosotros hacer nuestra propia historia.

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