Una de las cosas que más tiempo y espacio mental ocupa, en la mayoría de los seres humanos, es el enfoque a los problemas que cada uno puede estar enfrentando. Principalmente por todo lo que ha sucedido este año y por lo que he escuchado de cada persona con quien he tocado el tema, quiero compartir mi perspectiva y experiencia sobre como he decido vivir este y otros tiempos semejantes.
Para mí este 2020, ha sido un año igual de único y maravilloso que los anteriores. De cambios fuertes, de cambios reales y de cambios por los cuales había estado pidiendo y trabajando por mucho tiempo. Todos quieren que su vida sea como la anhelan, pero pocos sienten que esa necesidad de una vida mejor, es lo suficientemente innegociable como para afrontar la incomodidad y los cambios que implica el proceso. Creo que todos son capaces de desarrollar la habilidad de enriquecerse de los retos que afronten (en lugar de auto destruirse con ellos). Personalmente, con el tiempo he creado la capacidad de «aprovecharme» de la adversidad y siento que ha crecido tanto, que nada de lo que «aparentemente ocurre en mi contra» lo interpreto de esa forma. He decido creer que todo ocurre a mi favor.
Compartiendo mi pensar y mis creencias personales; desde hace tiempo gracias a una mujer a quien admiro y a quien considero una mentora, gradualmente he soltado el inútil papel de víctima, para comenzar a responsabilizarme de si lo que anhelo está o no en mi vida; de toda la abundancia y de toda la carencia que hay en cada área de ella.
Durante el camino de manifestación de mis metas, he aprendido a interpretar todo “desvío o fallo” como una redirección que la vida hace, para llevarme más allá de a donde quería estar en un comienzo. ¿Qué quiero decir? Por todo desvío o fallo me refiero, a toda situación adversa y dolorosa. Y por redirección me refiero, a esa adversidad que la vida permite y que yo he decidido utilizar exclusiva e innegociablemente a mi favor. Sé que ella solo está perfeccionando mis planes con esa sabiduría que va más allá de la mía.
Aprendí a sentir el dolor con genuina gratitud (en lugar de convertirlo en un enemigo), por mostrarme lo que no está bien en mí. Dejé de verlo como un mal innecesario para comenzar a percibirlo como un bien bastante útil.
Sentirme agradecida porque existe tristeza y dolor en mi vida, así como alegría y gozo, es lo que realmente me da tranquilidad interna.
Según Diana Cooper, la ley de la resistencia dice: “a lo que te resistes, persiste.” Es decir, lo que rechazas permanece por el simple hecho que tu enfoque (hacia dónde direccionas tu energía emocionalmente) está en aquello que no deseas. Si ese es el enfoque, es imposible que algo pueda mejorar.
En lugar de rechazar ese «mal innecesario», decidí aceptarlo como a un maestro. Creo totalmente que un conflicto o una adversidad llegan, cuando la vida desea enseñarte algo que necesitas aprender; para tu mayor bien y para tu mejor versión. Esto me ha enseñado a confiar en lo que sé, pero he aprendido a confiar aún más en la sabiduría divina, aún cuando temporalmente no la entiendo ni la comprendo. Pienso que luchar contra esto es negarse a crecer y por lo tanto, negarse a uno mismo la posibilidad de avanzar. Por eso año tras año, hay patrones que se repiten. Un día leí: “si las metas que tienes cada año son las mismas, algo estás haciendo mal”. ¡Cuánta razón!
Reconozco el plan divino y perfecto que la vida, tiene en todo lo que da. Valoro y vivo a plenitud toda emoción y experiencia que esta me traiga, porque reconozco que cada una tiene algo increíble que aportar. Sino me recuerda lo abundante que soy, me recuerda lo carente que también soy (y allí hay algo que aprender).
Lo que gozo, nutre mi luz. Lo que me duele, lo convierto en luz.
Cuando reconozco esto, no me siento víctima de nada ni nadie (porque el victimismo es, a mis ojos, des empoderamiento). Cuando reconozco esto, me siento responsable de mi vida. Y solo una persona que es responsable de sí misma, tiene poder y capacidad de manifestar y crear lo que su corazón anhela. The Vortex Way mencionó en uno de sus videos:
“el camino hacia el éxito no es hacia arriba, es hacia adentro”
La adversidad por la que atraviese es mi ventaja casi injusta, porque es el mejor camino y la mejor oportunidad de crecimiento personal y espiritual que tengo y puedo llegar a tener. Porque las personas que han marcado la historia, han aprendido a hacer de este personaje su mejor amigo, en lugar de un rival. Han aprendido a canalizar el dolor para crear algo maravilloso en forma de música, libros, inventos, testimonios de vida y otras admirables expresiones de amor. Intentar comprender cómo lo lograron, es algo casi obsesivo para mí.
Tal vez una de las bases que me ayudó a comprender todo esto, es haber entendido previamente que no por sentirme «mal», dejo de ser feliz; siempre lo he sido, lo soy y lo seré. Algunas veces más, otras veces menos. Eso es todo.
Espero que este texto haya sido de utilidad para el lector.
Gracias por llegar al final.
Cooper, D. (2007). Las 36 leyes espirituales de la vida (8.a ed.). Obelisco.