Katherine Rivera / Opinión
[quote]“La cultura es lo único que puede salvar un pueblo, lo único, porque la cultura permite ver la miseria y combatirla. La cultura permite distinguir lo que hay que cambiar y lo que se debe dejar, como la bondad de la gente…”
Mercedes Sosa[/quote]
Guatemala, mejor conocida como “corazón del Mundo Maya,” es un país lleno de riqueza cultural. Visitada por miles de extranjeros para conocer su cultura, su arte y su gente. Nos sentimos orgullosos de decir que somos guatemaltecos. Siempre publicamos las mejores fotos de los hermosos paisajes y, de vez en cuando, de una mujer indígena caminando por Antigua Guatemala con su hermoso traje. Nos sentimos más chapines por lucir un pedacito de textil indígena en una bolsa, en un cincho o un par de zapatos, sin importarnos su significado y mucho menos las personas que lo elaboran. Cada tejido tiene una historia detrás de su elaboración, más que moda o colores, representa dedicación, emociones, familia, valores y cosmovisión maya. Es un arte que ha trascendido las generaciones con una mujer trabajadora detrás de cada telar. El darle valor a los tejidos indígenas, es darle valor a las personas que lo elaboran.
El tejido indígena es un arte que elaboran básicamente las mujeres, es un telar muy complejo porque tiene muchos detalles, es un trabajo único por reflejar todo el conocimiento y cosmovisión de quien lo elabora. Un tejido tiene en sus diseños un sinfín de formas y todo eso es obtenido de la naturaleza, del universo y del mismo pensamiento de la mujer, que lo hace mucho más creativo. Es por eso que cada tejido se convierte en una pieza de arte. Durante décadas la elaboración de tejidos ha sido una fuente de ingresos para muchas mujeres indígenas del país, sin embargo su ardua labor no es remunerada justamente; hay prendas que toman hasta un mes su elaboración y las ganancias son mínimas.
De acuerdo a lo anterior, Celia Ajú, investigadora del Instituto de Investigación y Proyección sobre Diversidad Sociocultural e Interculturalidad (ILI) de la Universidad Rafael Landívar, nos explica que cada pieza es elaborada con dedicación y valor, es por ello que se vuelve muy particular. Ella indica que “es una gran violación a toda esa cosmovisión cuando se usa para fines económicos, para producirlos en serie, copiarlos y sacarlos en serie, se está violando ese derecho.” Celia explica que el gran problema es el aprovechamiento de intermediarios, que son personas que reciben las telas y pagan costos bajos por estas, pero las venden al extranjero a precios elevados.
“Lo más triste del caso es que quienes se van beneficiando son estas personas que digamos ya tienen recursos y las personas de primera mano que son las mujeres que lo elaboran han dado su tiempo, su conocimiento, su cosmovisión, todo y no reciben ese beneficio por su arte,” Celia Ajú.
Además, Ajpub’ Pablo García Ixmatá, investigador académico de la URL, indica que no solo la paga es el problema, sino también el uso que le están dando a los tejidos. Actualmente están comprando huipiles viejos para folklorizar, los usan como moda en diferentes artículos como zapatos, bolsas o cinchos. Modifican los trajes de comunidades haciendo vestidos totalmente fuera del contexto maya, y no ven el sentimiento de la mujer maya que está plasmado, lo cual lo considera una ofensa. Por otro lado, Celia expresa que si los artículos y trajes se utilizan con respeto, hacen valer sus derechos de autoría y se les da la paga justa sería diferente, porque para las comunidades indígenas incluso los zapatos tienen vida.
Celia indica que además de una paga justa y un uso correcto, deberían tener el derecho intelectual. De esta forma no solo le darían valor al arte, sino también a la persona que lo elabora. “Se sentirían mucho más motivadas, con un autoestima mucho más alta y sería una forma también de valorar nuestra propia cultura”.
La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), explica que “los derechos de propiedad intelectual se asemejan a cualquier otro derecho de propiedad”: permiten al creador, o al titular de una patente, marca o derecho de autor, gozar de los beneficios que derivan de su obra o de la inversión realizada en relación con una creación. Esos derechos están consagrados en el Artículo 27 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que contempla el derecho a beneficiarse de la protección de los intereses morales y materiales resultantes de la autoría de las producciones científicas, literarias o artísticas”.
Vemos que la propiedad intelectual es un derecho, derecho que no se está haciendo valer en el reconocimiento de autoría de los textiles indígenas.
La ley de Guatemala cuenta con artículos que respaldan ese derecho y que hasta la fecha no se han cumplido. El antropólogo y arqueólogo Diego Vásquez, explica que hay una omisión por inconstitucionalidad, lo que quiere decir que en la constitución hay artículos que hablan de proteger el patrimonio cultural y crear leyes en torno a eso y que le pertenece a los pueblos indígenas, pero no se ha hecho nada.
A continuación se presenta un fragmento de dicha ley:
[toggle_simple title=”Ley para la protección del patrimonio cultural de la nación” width=”Width of toggle box”]
LEY PARA LA PROTECCION DEL PATRIMONIO CULTURAL DE LA NACIÓN:
Decreto número 26-97, reformado por el decreto número 81-98. Artículo 3, sección II.
“Quedan afectos a la presente ley los bienes culturales a que hace referencia el presente artículo en su numeral uno romano, que tengan más de cincuenta años de antigüedad, a partir del momento de su construcción o creación y que representen un valor histórico o artístico, pudiendo incluirse aquellos que no tengan ese número de años, pero que sean de interés relevante para el arte, la historia, la ciencia, la arquitectura, la cultura en general y contribuyan al fortalecimiento de la identidad de los guatemaltecos”.
[/toggle_simple]
En el año 2014, se presentó una iniciativa de ley que dispone aprobar la ley de traje indígena, propuesta por el representante Efraín Asij Chile. Esta tiene como objeto “la declaración del traje indígena en general, como uno de los bienes culturales de la nación, que forman parte de la identidad y del patrimonio nacional de la cultura maya guatemalteca”.También cabe mencionar que en 1947, la UNESCO presentó una propuesta para la protección de la producción textil indígena.
Esto quiere decir que en Guatemala y a nivel internacional existen propuestas fundamentadas para hacer valer este derecho, sin embargo no se han aplicado.
Por otra parte, Diego explica a grandes rasgos cómo funcionarían estas leyes. Primero, sería una propiedad colectiva en donde toda la comunidad tendría el derecho sobre los textiles y si alguien quisiera lucrar con ellos, tendría que pedir una autorización y pagar las regalías ya que de lo contrario se les impondría una demanda. “Los ingresos tendrían que ser para toda la comunidad y si es individual, individual, aunque hay una mentalidad comunitaria maya muy arraigada y consiste que el enriquecimiento de unas cuantas personas, esta visto como una distorsión comunitaria. Entonces una parte se iría hacia esa persona y otra parte a la comunidad pero es algo que ellos deberían discutirlo,” indica Vásquez. Por otra parte, ellos decidirían el uso que se les dan a las telas y el Estado tendría que respaldar, promover y apoyar la elaboración y la protección de trajes indígenas.
Hay que entender que estos derechos son muy importantes no solo por los tejidos indígenas, sino por las personas que lo elaboran; darle su valor y hacer valer sus derechos como personas. Guatemala es un país multiétnico y pluricultural y las leyes deben hacerse cumplir por igual, sin favorecer a unos y a otros no. El hecho de que todas estas propuestas no se han tomado en cuenta habla de la gran problemática de racismo que hay en el país y que viene desde el tiempo de la conquista, ya que los trajes indígenas son solo uno de los muchos problemas que estas comunidades enfrentan.
Diego Vásquez, expresa que “hay una lógica subyacente a todo esto y es una lógica profundamente racista, es ver a los indígenas como objetos, es algo que siempre ha estado y que del siglo XIX para acá se ha vuelto más fuerte”, “todo esto se ve con los textiles, porque si una cosa produce cosas, esa otra cosa que lo produjo no es dueña de eso, entonces yo lo puedo usar, si todos ellos son objetos para mí”.
El derecho intelectual de los trajes indígenas, va más allá de solo pensar en fines económicos; representan historia, arte, sentimientos, emociones, cosmovisión maya y una mujer trabajadora detrás de cada telar.
El derecho intelectual de los trajes indígenas, es un derecho que hace valer a las personas y a las comunidades. Ellos son los que deben decidir su uso y su costo. A pesar de la existencia de propuestas para proteger la decisión del uso y costo, deben hacerse valer. Eso ayudaría a promover que nuestra cultura, más allá de una fotografía o una pieza de textil indígena en una bolsa, a enfrentarnos a la lucha contra el racismo y la desigualdad que prevalece en el país.
Imagen por: Guillén Pérez