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José Coronado/ Opinión/

“El mundo ya no se mueve por ideologías” ver House of Cards, o hablar con algún joven politólogo es condición suficiente para escuchar este popular adagio, de seguro algo saben que yo no. Se cree que el pragmatismo es el único modus operandi posible para el político moderno. Es mi opinión que estos dichos son especialmente peligrosos, pues su naturaleza les protege de ser cuestionados. Basta con bajar la vista y ver al sur para darnos cuenta de la importancia actual de la ideología.

Pero me interesa menos lo que es, que lo que debería ser. Constituye una realidad inescapable, el que todas nuestras acciones tienen consecuencias, en especial si se es funcionario público de alto nivel. Si el desarrollo de la sociedad fuera un río, los chavistas en Venezuela construyeron una alta pared que se extiende de rivera a rivera, deteniendo así el flujo del agua. El cemento de esa pared fue la democracia.

La democracia que aparenta ser tan virtuosa. Parece ser el sistema político más representativo, entre las alternativas es el que de mejor manera garantiza la pacífica sucesión al poder, y si hablamos de razonamientos de fondo: la democracia es sinónimo de libertad política.

Así se puede seguir describiendo a este sistema procedimental, lo único que falta mencionar es lo más difícil de recordar: la democracia no debería ser más que una manera de tomar decisiones.

Esto es lo que se le olvidó a Chávez, y es lo que tampoco ha recordado Maduro, que democracia es respuesta a: ¿quién detenta el poder? y no a: ¿cuánto poder tienen los políticos? Las consecuencias de esto, combinado  con la ideología chavista, es la fórmula que debemos seguir si lo que queremos es destruir las libertades individuales y la riqueza de un país. Tristemente esta no es la creencia imperante; cuando el gobierno ofrece bolsas solidarias, empleo o educación estamos a favor o en contra,  pero en nuestro afán de hacer valer nuestra opinión como buenos ciudadanos olvidamos cuestionar la validez de la pregunta.

Es difícil combatir la legitimidad que ha logrado la democracia en los tiempos modernos, pero esperaría que el gobernante de un país entendiera la naturaleza de su sistema político. Uno de los grandes problemas  de la actualidad nace de esta confusión, buscamos la creciente politización, democratización de los procesos sociales.

Nos perdemos en nuestra búsqueda por una mayor representatividad, y sacrificamos nuestros derechos más importantes en nuestra lucha por cambiar el mundo un voto a la vez.

Una definición acertada de Democracia con la que me topé, dice que es “una forma de organización social que atribuye la titularidad del poder al conjunto de la sociedad”. Democracia no es que nos pregunten si queremos alzar la edad de retiro, el subsidio al seguro social o si tener una disputa territorial con Belice. Democracia tampoco es el sacrificio de la libertad individual por la libertad política, aunque es lo que hoy en día pareciera ser.

No pretendo defender esta como “la verdad”, pero aún si me equivocara y este no fuera el concepto verdadero de democracia, seguiría intransigente. Si el chavismo tuviera una mejor idea sobre la democracia que yo, entonces preferiría el engaño, pues la verdad tendría consecuencias notoriamente nefastas.

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