José Ochoa / Opinión /
El Barcelona está jugando de manera brillante. Messi es Messi: poco puede decirse para describirlo, basta con verlo. El detalle nuevo e interesante es Neymar, que no falla de cara a portería; a Suárez, que asiste como ‘10’ y comienza a definir como ‘9’ y un equipo, sólido en defensa, dinámico en mediocampo y preciso en el ataque.
El fútbol es de momentos. La temporada inició con una Real Madrid demoledor. Ahora, los blancos son laboriosos para vencer al Deportivo La Coruña y caen goleados con el Atlético, viejo enemigo pero, en la última década, un asequible rival. Se movió la mesa y quien gana los halagos es el Barcelona.
Y se podrá seguir discutiendo de jugadores, rivales y momentos, pero hay un detalle trágico.
Nos toca verlo por Sky. Quienes pueden, claro.
No hay que malinterpretar. Sky es un servicio de cable como cualquier otro. Astutos, costearon el precio de dos ligas atractivas, como la española y la inglesa. Quien desee verlo, pues lo paga y no pasa nada. El problema es ¿por qué estamos pagando?
El partido de semifinales de Copa del Rey dejó a un gran Barcelona superar por 3-1 a un admirable Villarreal. ¿Cómo lo vimos? A través de un canal donde la previa la hace alguien que se lee estadísticas, sin observación ni discusión alguna, mientras el partido es narrado y comentado por una persona. Una.
Son varias las veces en que los juegos tienen una cobertura mínima. El servicio permite ver los goles, pero sin valor añadido alguno. Sky paga por los privilegios de transmitir dos fantásticas ligas y, con ellas, termina por elaborar transmisiones mediocres.
En el momento que el deporte se hizo profesional llegó el espectáculo de la mano para comercializarlo. El marco artístico que las productoras realizan con los eventos es hasta entretenido. Quienes más lo saben es en Estados Unidos. El SuperBowl suele ser un gran partido, aupado por la gran transmisión en la tele con infinidad de repeticiones y siempre con un espectáculo atractivo de medio tiempo.
Lo reconoce la Champions League, el torneo de clubes más importante, que además de buena producción televisiva, tiene una estrategia digital, mediática y periodística fenomenal. La mejor. Porque sabe que la virtud del deporte no es sólo cuestión de lo que pase en el campo, sino también de todos aquellos brillos que se le dé en el trabajo y la organización.
Sky ha acaparado partidos y hay que pagar únicamente por verlos. Nada más.
No hace más por aprovecharlo. Y es molesto pues, como consumidores del espectáculo y apasionados por el balompié, tampoco es gracia costear un servicio nada económico para ponerle un telón mugriento a una obra maravillosa. Que, además, informarse de ello implica ingresar a una inútil página de internet.
Es para quejarse cuando se arman equipos fenomenales para describir un partido y ninguno está en esas espectaculares ligas, al menos en la región. Pues está el trío Tapia-Biscayart-Balado, la dupla poética Simón-Wolff, el análisis de Palomo-Noriega, la dinámica y humor de Ortiz-Agulla. O bien, el trabajo que realiza TDN o Torneos y Competencias, con transmisiones completamente innovadores, con reporteros a nivel de cancha y variedad de elementos atractivos.
En Sky no está eso. Como aficionados lejos, muy lejos de la acción, nos queda verlo por la tele. Es válido quejarse con los servicios, más cuando involucra un gusto, el fútbol, que cada vez parece más exclusivo. Porque el problema no es el precio, sino lo que se paga.