Column 1
Column 2
Glendy Ordoñez
Guatemala es un país con una lucha constante para vivir, cada 107 minutos una mujer sufre agresión sexual o física, las mujeres somos víctimas de acoso, violaciones, maltrato y asesinatos ¿y qué hace el gobierno para cesar la alta persecución en contra de las féminas? Nada.
¿Qué hace una niña cuidando a otra niña, producto de la constante violación de su padre?
¿Una madre aguantando golpes por “amor a sus hijos” ?
¿Una niña que por la pobreza extrema es ahorillada a la prostitución en contra de su voluntad?
Las cifras de agresiones a niñas y a mujeres son alarmantes a nivel nacional, actualmente las denuncias por delitos de violencia sexual del 1 de enero al 31 de julio eran de 6,293, los médicos forenses estuvieron reconociendo el delito a 5,692 mujeres, el número de embarazos en menores ha sido de 1,180 niñas, (SVET Secretaría contra la Violencia Sexual , Explotación y Trata de Personas). Situación que no queda más que en cifras, son raros los casos a los cuales se les hace justicia la mayoría de casos quedan impunes, familias enlutadas por la violencia; con la consternación de saber en la forma atroz en la que las hijas, hermanas, nietas y mujeres que al final de día son asesinadas, por otro lado, niñas haciéndose cargo de la compra de pañales, de insumos para los niños, cuando deberían de estar en la escuela jugando. Sueños truncados por la ignorancia, el silencio y el miedo en el que vivimos reprimidos a diario.
¿Cómo es que toma la ciudadanía la noticia de los asesinatos y de la violencia doméstica?
La mayoría de la población se toma esto con normalidad, los comentarios, en su mayoría, son los mismos… “Murió por su forma de vestir, hablar, caminar, por andar a altas horas de la noche en la calle o por no ceder a lo que su esposo quería”.
Si son niñas las violadas por los padres u otro familiar; “la niña provocó a su padre, ellos son hombres las mujeres tenemos la culpa, la madre tiene la culpa por salir a trabajar y dejarlo con su padre que ingiere licor”, entre otros. ¿En qué país vivimos? Todas y todos debemos de proteger la vulnerabilidad de las mujeres, estar en alerta y cortar esa ignorancia que nos ha perseguido por años, luchar por la equidad de género y que todos gocemos los mismos derechos que hay en el país o bueno, lo poco que tenemos en este país lleno de corrupción e impunidad.
Si hablamos de la violencia doméstica, en la mayoría de los casos dados en Guatemala, muchas de las mujeres afectadas desconocen los derechos de los que pueden gozar por ejemplo, en el artículo 3 inciso D, de la ley contra el femicidio y otras formas de violencia contra la mujer dice :
ASISTENCIA INTEGRAL: la mujer víctima de violencia, sus hijos e hijas, tienen derecho a servicios sociales de atención, de emergencia, de apoyo, de refugio, así como de recuperación. La atención implicará especialmente:
- Atención médica y psicológica.
- Apoyo social.
- Seguimiento legal de las reclamaciones de los derechos de la mujer.
- Apoyo a la información e inserción laboral.
- Asistencia de un intérprete.
¿Conocemos las mujeres por lo menos uno de los tantos derechos de los que gozamos?, desgraciadamente son pocas las que tenemos acceso a la información, uno de los pasos más importantes para evitar la violencia, los suicidios de madres y de los mismos hijos, las masacres dentro del hogar, es la intolerancia de la violencia sexual y verbal que se viven dentro del seno familiar. No es normal que el esposo golpee a la mujer porque ella trabaje, se vista se arregle, estudie y quiera vivir de la misma forma que el hombre, no es normal que te golpeé y luego regrese con un ramo de rosas para que puedas perdonarlo. Cuando muestran estas conductas no va haber nada que los cambie y es un error el perdonar cada agresión que recibe, pensar que su actitud va ser distinta y ese pensamiento que resulta ser envidioso y te lleva a la tumba y a tus hijos a una casa hogar con traumas y falta de cariño con una probabilidad alta de que sigan con la misma cadena de violencia que observaban en casa.
Las mujeres debemos de crecer y creer para dignificación de nosotras mismas, la peor enemiga de una mujer es otra mujer señalando cuando tenemos que ayudarnos.