El acceso a la vivienda es uno de los principales problemas en Guatemala y es este uno de los pilares para el desarrollo de las personas. No es que no existan proyectos o tierras para que las personas puedan comprar, pero en realidad la mayoría de proyectos en áreas urbanas, no están pensados para personas con ingresos mínimos.
Según el Censo 2018, el 80% de 3 millones de guatemaltecos, se encuentran pagando o ya pagaron completamente su vivienda, mientras que el 19% renta o utiliza una vivienda prestada.
Si lo vemos solo como datos, los mismos implican que en Guatemala la mayoría tienen una vivienda propia, segura y saludable; sin embargo no es así, ya que el déficit habitacional asciende actualmente a 2.2 millones, según la Cámara de la Construcción de Guatemala, pero ¿Por qué subió tanto en menos de 5 años?, es simple, porque el déficit debe incluir viviendas que no cuentan con servicios básicos, drenajes o las personas viven hacinadas, básicamente es el déficit cualitativo el que generó este cambio.
También es necesario mencionar el tema de la tenencia segura de la tierra, porque muchas personas en áreas rurales, construyen su vivienda en terrenos que no necesariamente son propios, sino que han sido “prestados” o “cedidos” por algún familiar, lo que significa que, aunque las personas pagaron su vivienda, la familia puede llegar a perder la misma, por no poseer la documentación de los terrenos.
Otro factor a tomar en cuenta sobre el tema de la vivienda, es que, dependiendo de la situación de la misma, las personas que habitan en ella, lograrán desarrollar algunas aptitudes que impactan a largo plazo en su calidad de vida, esto quiere decir que una vivienda en malas condiciones, con piso de tierra, sin iluminación, ni ventilación adecuada y sin acceso a servicios básicos, lo más probable es que impactará de forma negativa en las habilidades cognitivas de la persona.
Es por esto que en Guatemala necesitamos más proyectos de vivienda social, que ayuden a que todos tengan acceso a una vivienda adecuada, que permita desarrollarnos física, emocional e intelectualmente.