María Fernanda Castillo / Colaboración /
Muchas personas comprenden el voluntariado como una caridad a la sociedad. Para mí fue un antídoto al dolor de las necesidades de mi prójimo. Y si bien es cierto, la ayuda nunca es suficiente, porque siempre se necesita más, lo esencial es la acción. Para crear un cambio positivo, es necesario abarcar lo posible en nuestro radio de acción. A lo mejor no se puede ver a gran escala la ayuda, o el cambio, pero sí se deja ver cuando tu ayuda es para otros, cómo esos otros ayudan a unos más. Para ayudar se necesita uno de los recursos más caros, no renovables, “el tiempo”. Al ser voluntario donas tu tiempo, ser sensible hacia las necesidades de otros. Porque ser voluntario es servir con todas tus posibilidades, facultades y virtudes, para cambiar la vida de otros que necesitan de ti. Los seres humanos tenemos la capacidad de sentir, un hecho relevante hoy en día, con la globalización que adormece nuestros sentidos y nos aleja de la realidad de otros, a nuestra propia burbuja de egoísmo.
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“El que no vive para servir, no sirve para vivir”
-Madre Teresa de Calcuta
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De forma particular, siempre me sentí muy estimulada a asistir como voluntaria en las actividades que se me solicitaban, puesto que me siento bien cuando lo hago, me siento más apegada a mi naturaleza humana. Desde el colegio, inicié a asistir a voluntariados de diversas índoles, y cuando inicié la universidad me agradó mucho el hecho de poder estar involucrada en una educación integradora, pues esto nos hace crecer más como personas y cultiva la caridad, entrega y servicio, que se necesita tanto en nuestra sociedad. Hábitat es un movimiento global que ayuda a muchas personas, sobre todo a familias que necesitan una vivienda digna para vivir y tener una vida íntegra. Hace dos años esta experiencia comenzó para demostrar que todos podemos ayudar a otros en lo que sea que podamos aportar.Este voluntariado se acomodó perfectamente a mi nuevo estilo de vida universitaria, puesto que en el colegio tenía mucho tiempo de sobra para realizar voluntariado; sin embargo, hoy en día no tanto, por lo que Hábitat me permite realizar lo que más me gusta -ayudar- y al mismo tiempo me permite continuar mi ritmo de vida.
Con la mayor sinceridad puedo afirmar que Hábitat se ha convertido en una filosofía para mi vida, pues ahora sé que todas las personas tienen el derecho de tener una vivienda digna y cultivar su hogar, lo que me parece es la base de un cambio, ya que la familia es la base de la sociedad y es en la familia en donde a todos se nos inculcan principios. La sociedad de hoy en día necesita cambios, se encuentra lesionada; sin embargo, yo sé que como ciudadana de mi país, tengo un compromiso y un deber cívico de hacer un cambio positivo en pro de la sociedad, y eso es lo que pretendo siendo voluntaria de Hábitat.