miercoles de ceniza

Luis Alberto Guigüi Hernández/ Opinión/

Hoy es Miércoles de Ceniza, para los católicos es sinónimo del inicio de la Cuaresma.  Hoy los templos se visten de morado, la jacaranda nos anuncia que, dentro de poco, los cortejos procesionales tendrán su recorrido tradicional, el olor a corozo e incienso nos anuncian la preparación de la Semana Santa.

Hoy, más que otros días, los fieles católicos se acercan para que se les imponga la cruz de ceniza y con ello, iniciar “santamente” la cuaresma.  Al ver esas largas filas en los templos, me pregunto: ¿dónde están el resto del año?

Ciertamente, quién soy yo para juzgar el corazón de los seres humanos, pero en ocasiones considero que estos signos externos, deben estar en sintonía con motivaciones internas, asumiendo el mensaje de Jesús, su proyecto, el Reino de Dios.

Preguntando a algunos jóvenes me comentaban que lo hacían por costumbre, por tradición, dos de ellas me respondieron que era la forma en la cual ellos se comprometían a vivir este tiempo de cuaresma, ayunando y rezando.  A ellas les pregunté: ¿qué es para ti el ayuno? Y me respondieron que dejar de comer, o no comer carne lo viernes; es la imagen que se nos ha transmitido,  cuando en realidad lo que se nos pide es esto

“El ayuno que yo quiero es este: Compartir tu pan con el hambriento, vestir al que ves desnudo Y no despreocuparte de tu hermano”

 (Cfr. Isaías 58, 6-7).

Hoy que iniciamos la cuaresma, no olvidemos que “Convertirse a Cristo, hacerse cristiano quiere decir recibir un corazón de carne, un corazón sensible a la pasión y sufrimiento de los demás” (Benedicto XVI, Viernes Santo 2007).  La conversión es volver nuestro rostro a los necesitados, cambiar nuestra actitud, que nuestros actos estén en concordancia con el mensaje de Jesús, aquel que se hizo hombre, para estar entre los hombres y las mujeres.

Este es el tiempo propicio para reflexionar y volver a Jesús a través de nuestros hermanos.  En palabras del Papa Francisco: “La Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza.” (Cfr. MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA CUARESMA 2014)

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