Enrique Noriega / Corresponsal
Imagina la siguiente situación: voy en camino a la zona 10 a una fiesta con mis amigos o regresando de la U en la noche, y de repente una persona en estado de ebriedad cruza la calle imprudentemente y aunque frene, no puedo evitar atropellarla…
El suspenso antes de bajar el carro y ver el estado del peatón atropellado se convierte en angustia y es imposible no pensar: ¿Está vivo? ¿Qué va a pasar conmigo? ¿Qué hago?
Analicemos las alternativas:
Huir del lugar
Posiblemente es lo primero que muchos podemos pensar al vernos en esta situación. Claro, aunque el accidente no sea nuestra culpa, la ley siempre nos hará responsables por esto.
[box_light]De acuerdo con el artículo 12 de la ley de tránsito, el peatón siempre tendrá la prioridad.[/box_light]
Nos podrá no parecer justo que la ley nos castigue por algo que simplemente no es nuestra culpa. Entonces no podría parecer tan descabellada la idea de irnos, “salvarnos de nuestra ley irracional”.
Sin embargo, hay que tomar en cuenta el aspecto ético en estas situaciones: ¿sería lo correcto atropellar a alguien y dejarlo “a su suerte”, aunque no sea nuestra culpa? Además, si la víctima fallece en o por el accidente, se llevará a cabo una investigación y la huida del lugar puede ser utilizada contra nosotros como un agravante. Tampoco podremos comprobar nuestro estado de sobriedad o que tenemos los papeles en orden. En ese caso la imprudencia se transfiere a nosotros y llevaremos las de perder.
Permanecer en el lugar
Después de considerar irnos del lugar del accidente y retomar la calma, muchos (no todos, lamentablemente) decidimos quedarnos y ser responsables. Quedarnos en el lugar implica seguir el proceso legal establecido y cumplir con nuestro papel como ciudadanos. Además, podremos “tener la conciencia tranquila” porque estamos haciendo lo correcto después de un accidente, y también estaremos cumpliendo con la parte ética de auxiliar a la víctima.
Primero debes llamar a una ambulancia, ya que la vida es la prioridad y un derecho que debemos proteger, tanto en nosotros como en los demás. Posteriormente lo adecuado sería llamar a tu seguro contra accidentes, en caso de que cubra este tipo de accidentes. También debes tomar en cuenta que siempre llegarán personas “curiosas” que siempre le darán la razón al peatón o que te aconsejarán equivocadamente. Debes intentar mantener clara tu mente.
En caso de que la víctima fallezca o únicamente quede herida o lesionada, haberla auxiliado siempre se tomará en cuenta y nos favorecerá en el futuro, reflejando que no tuvimos intención de atropellarla. Además, podremos demostrarle a las autoridades que nos encontramos en estado de sobriedad y nuestros documentos (licencia de conducir, tarjeta de circulación, DPI o cédula) están en orden, lo cual también nos favorecerá en cualquier proceso legal. Esto implica algunas posibilidades como reducción de pena o toma de medidas sustitutivas.
Huir o quedarnos en el lugar podría favorecer o afectar tanto al atropellado como a nosotros mismos.
Cuéntanos, ¿te vas o te quedas en un caso como estos? ¿Las personas se quedan o se van por apego a la ética o por evitar la justicia guatemalteca?
Fotografía modificada de: www.walk.com.au/pedestriancouncil/