Brújula/
¿Ya sabés qué carrera vas a seguir? La pregunta de cajón de la tía, la madrina, el amigo de tu papá.
Entre las reuniones de seminario y las fiestas de despedida del último año, hay un pensamiento que siempre gira y gira en la mente: la carrera universitaria a seguir.
Y es que escoger la carrera que se va estudiar es mucho más complejo de lo que parece. No se está decidiendo con quiénes se estudiará o las fiestas que se vienen en los próximos años. Se está decidiendo el futuro profesional de los siguientes diez, venite, cuarenta años.
Siendo tan importante, la decisión se vuelve más complicada. El problema es que más allá de las pruebas vocacionales que nos hacen en los colegios y en algunas universidades, nadie nos da orientaciones o consejos sobre cómo escoger la carrera.
Y es que el arquitecto no siempre se pasa en escritorios haciendo diseños futuristas.
El ingeniero en sistemas probablemente no trabajará programando para Google.
El médico no curará con los mejores equipos médicos y descubrirá la cura contra el cáncer.
Al momento de tomar la decisión, lo mejor es ser realista y pensar en cómo es el ámbito laboral de la carrera a seguir. Más allá de los ingresos – que claro son importantes en cualquier trabajo- se debe pensar en que las profesiones tienen muchas formas de materializarse y que el 80% de las veces, la manera en que nos imaginamos será nuestra profesión, no será así.
La pregunta clave: ¿Me miro en 20 años trabajando en…?
Se debe experimentar, trabajar en áreas donde nunca se imaginó hacerlo y muchas veces decepcionarse por encontrarse en un laberinto donde se cuestionará si la carrera fue la acertada. Por ello, escoger la carrera a seguir es algo a lo que se le debe dar bastantes vueltas y un consejo puede ser unir la razón con la intuición, encontrar eso que nos mueva desde el fondo de nuestro ser. Claro, en el camino siempre se puede reflexionar y si es necesario, cambiar y estudiar algo diferente.
Todavía faltan siete meses para finalizar el año, por lo que no es necesario escoger hoy.
Es importante informarse, visitar las universidades, conversar con personas que estén trabajando en lo que se piensa estudiar. Habrá un momento en que la decisión para el próximo año será definitiva. Recordar que en Guatemala menos del 5% de los jóvenes que podrían ir a la universidad lo hace, puede ser una motivación para pensar en la importancia de tomar la decisión.
Nuestras profesiones, más allá de ayudarnos a nuestro desarrollo individual, deberían ser el motor que nos mueva a poner nuestras mejores habilidades al servicio de los demás. Escoger una carrera universitaria es difícil, pero siempre se encuentra el camino.