IRMALUCÍA2

Brújula/

Unos ojos se asoman por la puerta de vidrio que nos divide.  Los ojos solicitan permiso para entrar.

Se llama Irma Lucía, tiene 27 años y un aura especial.  Todas las semanas esos ojos ingresan a nuestra oficina, seguidos de un buenos días y una sonrisa.   Como cada martes, Irma Lucía realiza sus prácticas laborales en Brújula y oficinas aledañas.

La sonrisa no le quita la formalidad y seriedad con la cual llega a su trabajo.  El horario y la puntualidad le genera estrés  frecuentemente.  “Mi jefe me puede regañar”, nos sentencia cada vez que en la oficina la entretenemos contándole historias, tomándonos fotos por molestar en la computadora o preguntándole cómo le fue en su día.   A lo mejor es porque nuestra oficina es la primera a la que ingresa a saludar, y sabe que todavía debe pasar por otras más antes de llegar donde Eddy y William, su destino final.

Sus responsabilidades de cada martes son diversas; sin embargo, existe una que siempre debe realizar.

Con folder y lapicero en mano, pasa por todas las oficinas -doce aproximadamente- preguntando a cada compañero de trabajo qué desea tomar para iniciar su mañana: café, té o un vaso de agua.   Todos agradecen que el martes Irma Lucía sea quien ayude con la tarea del café, ya que entre tantas carreras, reuniones y entregas de proyectos, muchas veces el ir por una taza de café puede ser lo último que se realice. Sin embargo, los martes eso no sucede. La taza de café siempre llega puntual.

Tiene una excelente memoria y no olvida detalle.

Después de dos semanas de haber entrado a trabajar a la oficina, ya podía decir sin ningún problema: ¿Quéres café, con leche y dos de azúcar, verdad? Y así, con cada uno de los compañeros de la oficina.

Al inicio mencionamos que Irma Lucía tiene un aura especial. Y en verdad lo tiene.  Siempre realiza sus responsabilidades con todo el gusto del mundo, es detallista y le gusta que las actividades que realiza salgan a la perfección.   Le gusta reir a carcajadas,  hablar -y discutir- sobre su equipo Real Madrid y abrazar.  Sí, le gusta abrazar.

Sin embargo, ella probablemente no sabe que sus carcajadas y abrazos llenan la oficina de luz más de lo que imagina. 

Para Brújula y las oficinas cercanas en las cuales realiza sus prácticas laborales, su presencia cada martes es invaluable.  Para Brújula en particular, que siempre vive corriendo, Irma Lucía es un oasis de calma y tranquilidad.  Su presencia genera paz, su sonrisa, energía; y sus abrazos, esperanza.  Mucha esperanza.

Irma Lucía forma parte del centro de capacitación laboral que la Fundación Margarita Tejada impulsa con el fin de incorporar a los jóvenes con Síndrome de Down al ámbito laboral.   La inclusión laboral en las personas con Síndrome de Down es una realidad que poco a poco se va haciendo realidad en nuestro país, especialmente gracias a instituciones como la Fundación Margarita Tejada, quienes apoyan la educación y estimulación de las personas desde el momento de su nacimiento.

Con esta pequeña nota deseamos agradecer a Irma Lucía por su trabajo y apoyo constante hace más de un año en nuestras oficinas, el cual es escencial en nuestro trabajo diario. Sin embargo, más allá del trabajo, hoy 21 de marzo, Día Internacional del Síndrome de Down, agradecemos por su vida y la vida de cada persona con Síndrome de Down, el síndrome del amor.

 

**Toda oficina o institución que esté abierta a recibir a alguna persona con Síndrome de Down para realizar sus prácticas y/o contratarlo pueden comunicarse directamente con la Fundación Margarita Tejada.

 

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