El mes de diciembre de 2016 inició con intensión de resumen. La televisión y redes sociales anunciaban el aniversario de muerte de Lennon. El ocho de diciembre se cumplían treinta y seis años del asesinato del Beatle, el soñador, el hombre capaz de imaginar a toda la gente viviendo en paz, todos como uno, plasmarlo en sus canciones y hacerse repetir por las voces del mundo. Generaciones que lo escucharon en su juventud y jóvenes venideros  lo recordaban con ilusión.

Ese mismo día en un rincón de la zona uno capitalina, Brújula presentaba su primer documental  #Guatemala ¿algo cambió? . En éste se retrataba la movilización urbana que hubo durante el dos mil quince, los colectivos surgidos a través de la indignación ciudadana y su actualidad.  Además del documental, se repartió a algunos de los asistentes la versión impresa de la revista “Irrupción social: algo cambió” en la que el equipo de Brújula recogía columnas sobre las manifestaciones ciudadanas, finalizando las mismas con un análisis de lo que lo que se plasmaba, hacia dónde se movían  y cómo se identificaban lo escritores.

Al final de la velada, estos dos eventos coincidan en palabras que se repetían: juventud, idealistas, romanticismo. Así mismo, ambos obligaban al análisis, la pregunta quedaba en el aire…. ¿Algo cambió?

Al releer las columnas recogidas por Brújula, se presencia narcisista la autoexaltación de héroes.

Lo mismo que el hombre que se llamó más grande que Jesucristo y murió de cinco disparos por la espalda a manos de un asesino que también quería la inmortalidad. Al hacer historia se enaltecen los hechos, hay electricidad, nos creamos la paja y después… queda el sinsabor en la boca. Prometimos mucho y no pudimos cumplir; meses después, días después, años después, la realidad se asoma.

John dijo que era fácil si lo creías. Luis Eduardo Aute lo evoca en su canción, él como muchos jóvenes ilusionados quiso imaginárselo:

“(…) un mundo sin fronteras,
sin patrias ni banderas,
un pueblo sin nación.”

“(…) que aún queda la inocencia
de creer en la existencia
de un dios sin religión.”

Aún en contra de la lección que afirma que la vida  es sólo un viaje de ida  a ninguna estación, el cantautor intentó imaginárselo y como muchos, después de lo vivido sucumbió ante lo que creyó posible:

“Pero ya lo ves, mi querido John;
todo es sinrazón,
todo está al revés,
nada es corazón.”

A escala global, nosotros también mentimos. No somos Lennon, pero nos creímos muy grandes. Durante las manifestaciones del año pasado, nos presentamos como un gigante que despertaba, nos mostramos invencibles en apariencia, exaltamos la actitud clasemediera capitalina de por fin salir de la comodidad y organizarse contra lo que nos molestaba. Prometimos que era un comienzo, que Guatemala florecía y la plaza llena salió en los noticieros mundiales, CNN proyectó las manifestaciones, la BBC de Londres habló de la ciudadanía organizada… sin embargo, no fue necesario llegar a enero del dos mil dieciséis para enfrentar la desilusión. ¿Dónde está el cambio que prometimos?

Casi cuarenta años después al recordarlo, la música  de Lennon suena en las radios del mundo. Su imagen no ha “pasado de moda”. Algunos lo recuerdan con ilusión y otros, los realistas, los crudos, lo tachan de invención comercial del pop.

¿Y él hizo algo? ¿dejó huella?

Al responder, se trata de preferir una autopista; la de los que no se creen nada, no intentan nada y no dan vueltas en círculos; o la de los que intentan desviarse de lo marcado y ordinariamente quedan como ilusos ante los demás cuando la realidad golpea.

¿Algo cambió?

Al fondo suena un homenaje a la estrella… desde mi perspectiva, puede responderse de dos maneras:  No hubo cambio, ni habrá./ Aún no, pero sigo intentando.

Opto por la segunda.

“You may say that I’m a dreamer but I’m not the only one , I hope someday you will join us and the world will be as one.”

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