Por Miriam Q.

Crecí en un hogar con alcoholismo, no tenía conciencia de cuánto me había afectado.

Hasta que de adulta comencé a sentir soledad, tristeza y un vacío tan grande que no podía entender el porqué de ese sentimiento, similar al de mi niñez.

Mis padres se separaron finalmente luego de varios intentos, por fin aceptaron que no podían vivir juntos, que los pleitos ocasionados por el alcoholismo eran demasiado frecuentes y que la cosa no iba a parar nunca, yo tenía 20 años cuando esto sucedió, el dolor de esta separación fue tan fuerte que comencé entonces a buscar respuestas a lo que estaba sintiendo, ya que el alcohólico físicamente ya no vivía en casa y no podía entender por qué me sentía igual que en mi infancia.

Derrotada y necesitada de alivio me acerqué a Al-Anon, después de escuchar a un hijo adulto compartir su testimonio que era tan parecido al mío, me di cuenta que no era la única persona en el mundo que había vivido situaciones difíciles en mi niñez.

Llegué a mi primera reunión un lunes, decidida a encontrar respuestas a toda esta problemática por la que yo estaba atravesando.  Un separador de libros con el Sólo por Hoy que me dieron en un sobre de bienvenida, se convirtió en mi oración de cada día, me aferré a ella mientras daba pasitos en el programa.

Me gusta leer y la basta literatura de Al-Anon me ayudó a conocer los efectos que la enfermedad del alcoholismo había causado en mí y en mi familia. Empecé a sentir que no todo estaba mal en mí como lo creí durante toda mi vida.  Descubrí que no estaba sola, tenía a los libros, el grupo, el programa, todavía no creía en un Poder Superior, pero seguí llegando al grupo, ya empezaba a crecer en mí la esperanza de merecer una vida mejor.

Estoy conociéndome cada día, el programa me ha devuelto la fe y la confianza en mí, a través de vivir los Doce Pasos. He recibido muchos regalos desde que llegué a Al-Anon, uno de ellos es recuperar a mis padres, a conocerlos, a comprenderlos y sobre todo a aceptarlos como son; mi padre aún bebe, pero ahora puedo separar la enfermedad de mi padre y puedo amarlo tal como es.

Agradezco a la enfermedad de mi padre haberme llevado a Al-Anon, he recuperado la alegría de vivir, me relaciono con personas que en realidad me aprecian por lo que soy, que no me juzgan.

Como miembro agradecido, presto servicio a la hermandad compartiendo mi experiencia, esperanza y fortaleza que he llegado a adquirir al practicar el programa y esto me devuelve la confianza en mí. Quizá una de las cosas más importantes o la más importante es que estoy recuperando a Miriam, una persona responsable, feliz y comprometida que cada día se ama más. Formé una hermosa familia, un buen esposo y dos lindos hijos, ahora tengo herramientas que el programa me ha dado para disfrutarlos.

Mi recuperación ha sido como un viaje hacia una verde montaña, en donde he escalado cumbres borrascosas y siento que ya no puedo continuar, luego veo hacia arriba, al cielo y sé que me espera una linda puesta de sol, hermosos valles y uno que otro arroyo. Sé que después de tormentas y días lluviosos, siempre puedo ver un maravilloso arcoíris. Sigo viviendo el programa un día a la vez.

 

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