“Tu valor es un pequeño carbón que tragas continuamente”. Esa es mi frase favorita de “Hasta el hueso”, una película estadounidense que habla sobre las problemáticas de la anorexia. Lo que más me llamó la atención es que la producción de la película fue realizada y protagonizada por personas que en verdad sufrieron anorexia nerviosa.
La anorexia, es un deseo intenso por bajar de peso y para lograrlo las personas realizan ejercicio de manera compulsiva y se limitan a comer lo mínimo. Ambas cosas sobrepasan los límites establecidos como “normales”. Incluso, muchas personas únicamente saborean la comida y la devuelven. El problema principal, es que se sufre de una distorsión de la imagen corporal en donde visualizan un peso que en realidad no tienen y es ahí donde inicia la obsesión.
No tenemos la certeza de lo que maquina por la mente de las personas de nuestro alrededor, mucho menos qué pasa por su corazón y la ley para ser apoyo es no juzgar. En la mayoría de los casos, estos trastornos que evidentemente son nutricionales, están derivados de problemas emocionales o baja autoestima.
No existe un canon de belleza específico. Es por eso que comparar a la gente o compararnos a nosotros es el peor error que podemos hacer y si bien no todo se puede reducir a lo interno, la realidad es que es lo único que en verdad nos da algún valor.
La anorexia es, también, una “enfermedad industrializada”.
Esto debido a que vivimos en una sociedad que impone estigmas y que por medio de las redes sociales, estas se vuelven aún más absorbentes para nuestra generación. Por medio de las redes sociales pero principalmente por Instragram, podemos darnos cuenta que la línea de estereotipos es extensa e impuesta. Necesitamos y nos urge tener atención.
Las tasas de anorexia registradas en Centroamérica alcanzan un 75% en adolescentes de 14 a 19 años y muchas no son tratadas. Según investigaciones, la misma es más común en los países desarrollados. También es clave resaltar que a pesar de que los porcentajes obtenidos en el género masculino son menores, no significa que sea un problema de mujeres.
Somos una generación hundida en estereotipos, no vamos a salvarnos colectivamente pero como individuos no hay mejor acción que la de brindarnos amor a nosotros mismos en medio de la tempestad.
A veces no lo notamos pero nuestros descuidos afectan más a terceras personas, que a nosotros mismos.
Tengamos la capacidad de observar problemas sociales que van más allá, problemas más reales y que no los resumamos a funcionarios públicos sino que abarquen temas provocados por la sociedad en general. Recordemos que estamos de moda los millennials y aún más, las redes sociales pero no dejemos que eso suceda, no nos dejemos enredar.