Campesinos huevones. Manipulados. Acarreados.
Obstruyen las carreteras y no nos dejan tener una jornada normal de trabajo. “A mi esos indios pizados me re pelan!!! Ojala les caiga un diluvio a los HDP!!! #TraficoGT”, fue uno de los tweets que inundaron las redes sociales ayer 17 de abril, cuando la Marcha Indígena y Campesina regresó a la ciudad para plantear de nuevo sus exigencias. “Que chingan y arruinan los planes del día estos inditos que vienen a bloquear la ciudad! Quiero salir y todo está bloqueado #TraficoGT”, fue otro tweet que circuló el día de ayer.
El 16 de abril, un día antes, en las inmediaciones de la Universidad Rafael Landívar, un camión de basura volcó y generó un caos vial por más de seis horas en las diferentes vías que llevan a la Universidad Rafael Landívar y a la Universidad del Valle de Guatemala. Curiosamente, el tráfico de ese día no causó mucho revuelo, al menos en cuanto a comentarios denigrantes e inadecuados, entre los estudiantes. En Twitter, la mayoría se dedicó a difundir las vías bloqueadas y algunas alternas que podrían tomar si deseaban llegar a la Universidad, mientras otros solicitaban la suspensión de clases debido al tráfico. Aquí no había nadie a quien culpar. Fue un simple accidente.
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El 17 de abril se conmemora el Día Mundial de la Lucha Campesina. Por ello, y en seguimiento a la marcha que diversas organizaciones campesinas realizaron a finales de marzo pasado, el 17 de abril muchas personas regresaron a la ciudad capital a exigir el cumplimiento de las promesas. Entre ellas, la aprobación a la Ley del Sistema Nacional de Desarrollo Rural Integral, la cual busca a través de diversas medidas, encontrar soluciones viables para mejorar las condiciones de vida de los guatemaltecos del área rural. A pesar que dentro de los compromisos adquiridos por el gobierno se encontraba aprobar de urgencia nacional la iniciativa de ley, el 13 de abril salió publicada una nota donde se informaba que el Congreso había sacado la ley de la agenda del día. Al analizar este hecho de forma objetiva, cualquiera podría afirmar que dicha acción es una burla hacia los acuerdos adquiridos.
¿Quién en su lugar no buscaría los espacios para mostrar su inconformidad?
Los estudiantes universitarios poseen también muchas demandas insatisfechas. Constantemente se pueden leer -en Twitter y Facebook-, sus constantes críticas hacia ciertas realidades universitarias como las metodologías de docentes, calidad educativa, exámenes de admisión o portales de Internet. La educación es un derecho, y su acceso y calidad, una obligación estatal. Al analizar estas presuntas realidades, cualquiera afirmaría que los estudiantes podrían aportar con sus ideas y acciones a la mejora de sus universidades.
¿Quién en su lugar no buscaría los espacios para mostrar su inconformidad?
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“Cuando el pueblo marcha, los de arriba tiemblan”, es la frase que ha caracterizado al movimiento, que cada vez cobra mayor fuerza. ¿Qué otras realidades están pidiendo los campesinos cambiar? Hace más de un año, un grupo significativo de familias fueron desalojadas violentamente por elementos de la Policía Nacional y elementos del Ejército de una finca en el Valle del Polochic –costa guatemalteca- por aparentes invasiones. Los conflictos de tierras no son nuevos en nuestro país y en el mundo, y por ello existen convenciones internacionales que buscan garantizar las condiciones mínimas de negociación y respeto entre los afectados. Sin embargo, el año pasado se quemaron chozas, cultivos y existió un campesino fallecido. ¿Se respetaron las condiciones mínimas? Cualquiera que conoce la situación actual de esas familias, quienes muchas continúan viviendo a orillas de la carretera cercana a la finca, podría afirmar de forma objetiva que el Estado guatemalteco debe resolver esta situación.
“Mientras haya pueblo, habrá revolución”, es la frase que Oliverio Castañeda estudiante universitario de los años setenta pronunció en su último discurso previo a su asesinato. El movimiento estudiantil guatemalteco se encuentra debilitado, y no se vislumbra un cambio radical en éste. Las demandas universitarias hacia Guatemala y hacia sus mismos centros de estudio están presentes dentro su cotidianidad y como jóvenes con la oportunidad de acceder a la educación superior, sus propuestas de mejora y fortalecimiento podrían ser grandes luces en el camino de este país. Un movimiento universitario podría lograr incidencia nacional y cambios en nuestro país. Cualquiera que conoce la situación actual de la educación del país, podría afirmar que el Estado de la mano de los centros educativos deben resolver esta situación.
Campesinos y universitarios poseen demandas diferentes, pero pendientes. Unos se encuentran realizando esfuerzos por lograr sus objetivos, marchando desde sus caseríos, aldeas y municipios, mientras los otros se preocupan porque los primeros les obstruyen sus calles y les generan tráfico. ¿A quién entonces debemos de juzgar?