Portillo2

Andrea Villagrán/ Presidenta de la Asociación de Políticas URL –AEP2013-/

“Por todo lo que he hecho, pase lo que pase, me pongo en las manos de Dios y me tengo por dichoso”

– frase del apóstol Pablo, mencionada por Alfonso Portillo.

De carisma indiscutible, botas y sombrero, atrae a todos: hombres, mujeres, ancianos y niños. Valiente, inteligente, humilde y jovial, así es él. Disfruta la lectura, el cine, el campo, la familia, los amigos, el momento, el encuentro, la ocasión, el ahora, el ayer y el después.  Con dos libros en la mano; así lo muestran las últimas imágenes que captaron a Alfonso Portillo Cabrera, presidente de Guatemala durante el período 2000-2004, momentos antes de ser extraditado a Estados Unidos. A pesar de los graves quebrantos de salud que sufría, el ex presidente fue sacado con rapidez y bruscamente de la camilla de un hospital en Guatemala hacia un jet con destino a EEUU.  Todo esto, con la degradación de no permitir que el delegado de la Procuraduría de Derechos Humanos verificara su estado de salud, mucho menos que sus abogados, familia y amigos pudieran despedirlo.

La clandestinidad de lo sucedido es un acto que causa repudio.

Alfonso Portillo ha enfrentado una persecución política sin precedentes desde que entregó el cargo el 14 de enero del 2004. Todo el poderío de sus persecutores logró un peso enorme sobre la figura humana de quien trajo al país cemento, azúcar, harina, cerveza, pollo y concentrados con precios económicos provenientes de países latinoamericanos. Acciones que no fueron de agrado para ambiciosos consorcios nacionales, que jugaban en la finca a oligopolilandia. ¿Quién no recuerda a Portillo, como aquel que mantuvo estables los precios de la canasta básica? ¿Al presidente que otorgó cuatro aumentos salariales a los maestros y redujo a cuatro años el escalafón de los mismos? ¿Al hombre del pueblo, quien impulsó la creación de la tarifa social eléctrica?

Seguramente muchos recuerdan los constantes ataques mediáticos hacia Alfonso Portillo por parte de las oligarquías tradicionales a través de sus medios de comunicación y del señor McFarland, embajador en ese entonces de Estados Unidos en Guatemala, todo debido a una venganza causada en virtud de que el expresidente decidió no firmar una carta en la cual Guatemala renunciaba a procesar penalmente a un ciudadano estadounidense que pudiera incurrir en delito en territorio nacional sin reciprocidad (la cual luego firmó Berger); además del no envío de tropas guatemaltecas ni apoyo a la vergonzosa invasión a Irak, solicitadas por el gobierno estadounidense.

En la extradición realizada la semana pasada no hubo respeto: al debido proceso, al estado de derecho, a la Constitución Política de la República, a nuestra soberanía, a los derechos humanos y a la dignidad nacional. A veces vale la pena preguntarse si en Guatemala no es vergonzoso llamarnos “soberanos” e “independientes” cuando realmente el sistema “democrático”  que tenemos está coaptado por una red de poderes hegemónicos, que hacen y deshacen a su antojo, que vigilan la preeminencia del status quo, indiferente a las injusticias, diseñado para mantener sin voz a las voces llenas de indignación a lo largo del recorrido histórico que han marcado fuertemente a nuestro país.

Al parecer en Guatemala la justicia es para quienes están del lado de las cúpulas económicas, apoyados por los sectores ultraconservadores de Estados Unidos de América. Vemos nuevamente cómo la intervención pone su orden, dando ejemplo a quienes figuren una amenaza en contra de sus intereses.

Revanchismos, venganzas, odio, y como dijo Luis Cardoza y Aragón: -éstos tienen hemorroides en el alma y juanetes en el corazón-.  

El viernes 24 de mayo del presente año significó para muchos guatemaltecos un día de inmenso dolor y tristeza al enterarnos de la extradición del expresidente Portillo. Queda pues, la fe por un sistema de justicia que juzgue hechos y no personas. Y así como él se despidió diciendo “Hasta pronto Guatemala”, muchos le respondimos entre lágrimas “Hasta pronto Portillo”, quien llevando consigo la compañía de dos libros, no únicamente se llevó eso, sino también la esperanza de miles de guatemaltecos que serán sus fieles acompañantes en la batalla que falta por vencer.  Todo, con la ilusión de verlo regresar.

 

Fotografía: www.noticias.emisorasunidas.com

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