José Baudilio Ávila/Zacapa, Zacapa/
La nostalgia invade mi corazón y el recuerdo se apodera de mi mente, cuando pienso en aquellos buenos momentos que vivimos durante el PLJCD y de todos los conocimientos y herramientas que adquirimos, que hoy por hoy nos son de gran utilidad en el trabajo de incidencia dentro de nuestro terruño, llamado Zacapa. Realmente se me dificulta mucho escribir estas palabras debido a que no sé por dónde iniciar, por la riqueza del conocimiento y cultura que tuve oportunidad de aprender en su momento de algunos jóvenes de otros departamentos, los cuales fue para mí un honor conocer.
Tengo presente un encuentro regional al cual fuimos invitados por los compañeros de la Costa Sur. En su momento me sentía algo nervioso porque íbamos a contar con la presencia de algunos jóvenes oriundos de Totonicapán. En lo personal, nunca había tenido la experiencia de relacionarme con ellos, y sentía cierto temor debido que acá en el Oriente del país son muy bromistas y existe cierta picardía al hablar, y pensaba que en su momento se podían sentir ofendidos por la manera que nosotros nos expresamos. Pero cual fue mi sorpresa, ¡todo lo contrario! Realmente fue un experiencia que marcó mi vida, ya que a través de ellos realmente logré comprender y entender la “Cosmovisión Maya”, tal vez no ha profundidad pero sí a grandes rasgos. Es admirable cómo ésta es integradora con la naturaleza, y está inmersa totalmente con la divinidad, como el hombre se renueva, se transforma y se espiritualiza por su relación con lo divino, es de admirar su profundo amor por la naturaleza.
Al parecer tenemos muchas cosas en común con ellos, en especial las necesidades que cada quien en su contexto social vive día con día, trágicamente unos más que otros, pero siempre con el deseo de querer cambiar el estado de cosas que como juventud ardientemente anhelamos desde lo más profundo de nuestros corazones y nuestras conciencias. Sin embargo, en un Estado diseñado históricamente sobre la desigualdad, la exclusión y primordialmente sobre la discriminación, esto nos ha alejado enormemente, desde la forma en que tanto ellos como nosotros desde nuestra forma de ver las cosas, pues nos hemos distanciado. Sin embargo, a pesar de que la Constitución y los Acuerdos de Paz que se nos reconoce como multiculturales, aún se dista mucho de poder crear lazos que nos permitan acercanos más a esa interculturalidad tan deseada, y que sólo en el papel y en las políticas públicas han quedado plasmadas. Pero aún hay esperanzas que esta situación cambie con los espacios, que como PLJCD, nos brindan para poder acercarnos a estos sueños, sueños que nos permitan que algún día esta nación se construya a partir de las cosas que nos unan, mas no que nos alejen.
Nuestra historia como grupo social no es tan extensa ni tan rica como la de los Pueblos Indígenas, y es de admirar que ante los embates que el sistema económico, político, y cultural provenientes del extranjero, acentuándose más con los medios de comunicación globalizados, han mantenido su identidad, sus costumbres, sus ritos ancestrales, que en el caso de nosotros, casi hemos perdido, pero que poco a poco estamos tratando de recuperar, a través de conocer nuestra historia, nuestra verdad, nuestra verdadera identidad. No obstante ser un híbrido social entre los dos mundos (español-Maya), tenemos la riqueza y el conocimiento, mismo que en algún momento dado se entrelazaron para dar origen a otro tipo de sociedad que hoy en día, y lo digo en un sentido crítico y reflexivo, pues no hemos querido reconocer.
Pero los pasos se han empezado a dar -tal vez no como uno deseara, pero se están dando-, en la búsqueda de saber quiénes somos, qué somos, cómo somos y hacia dónde vamos. Somos una región dormida en el buen sentido de la palabra, pero con muchos deseos de despertar algún día y cambiar la forma en cómo ellos nos han visto y nosotros los hemos visto. Queremos entender que la historia ha sido construida desde la perspectiva de la élite dominante, que nos dividió y nos sigue dividiendo, pensando que para ellos es mejor seguir en la misma línea de pensamiento, y que el pasado es mejor borrarlo de nuestras memorias, y pensar únicamente en el futuro, un futuro construido y diseñado por ellos. Sin embargo, olvidan que el estado de las cosas ya empieza a cambiar, que somos nosotros los jóvenes comprometidos con nuestros pueblos, aldeas, municipios, comunidades, departamentos y, por qué no decirlo, con nuestra Guatemala, estamos dando ya esos pasos a la transformación de nuestro país, a través de movimientos juveniles en pro del desarrollo de nuestras comunidades, impulsando propuestas de sensibilización en todos los ámbitos, tratando de integrar todos los sectores que abarca nuestra sociedad, logrando así el bienestar de nuestra población.
En otras palabras debemos de comprender y entender que somos diversos y que esa diversidad nos da la verdadera riqueza de vernos como un conglomerado social con distintas visiones del mundo. Si fuéramos capaces de reconocer esa multiculturalidad, a través de los espacios de participación y de convivencia podamos construir un nuevo tipo de Estado-Nación, siempre y cuando erradiquemos esas barreras culturales que nos han dividido.
Hoy la necesidad de un sentimiento de identidad en el joven es de vital importancia, el mismo joven no podría estar sano si no encontrara algún modo de satisfacerlo. Es necesario volver a nuestras raíces, Guatemala está pasando una serie de problemáticas sociales, pero debemos de tomarlas como un reto que se debe de vencer y una plaga que se debe erradicar y combatir no con indiferencia o sentimiento de impotencia, la clave de nuestro éxito estará en generar el cambio, no sólo querer hacerlo, es importante accionar para conseguir la tan añorada transformación de nuestro país. No busquemos más culpables, realicemos nuestra labor como jóvenes comprometidos con el quehacer político, demostremos que somos nosotros esa nueva estirpe sin olvidar quienes somos y de dónde venimos. Que no es la demagogia de algunos la que determine nuestra existencia, si no todo lo contrario, es decir, nuestra existencia social en nuestros contextos, lo que vivimos día con día, lo que vemos, lo que sentimos es lo que va determinar nuestra conciencia e ideología.
Quiero agradecer a los Amigos de INGEP y PLJCD por la oportunidad que me brindaron de escribir estas palabras espero no sea la última. Un caluroso abrazo desde mi terruño amado mi Zacapa, mi Tierra. . . Me despido con estas palabras que escuche de alguien no recuerdo el autor: “Los jóvenes no somos el futuro, somos el presente”.