Juan Adolfo Ponciano / Director del InCyTDe
Fin de ciclo en el Calendario Largo Maya. Universo de 13 B´aqtunes. Del 4 Ajaw 8 Kumku al 4 Ajaw 3 K´ank´in. 1 B´aqtun son 20 K´atunes, 144,000 días, alrededor de 394 años. El tiempo fluye en sistema vigesimal, periodos en múltiplos de 20 de 1 k´in, 1 día gregoriano.
Uaxatún, las estructuras E-1, E-2, E-3 alineadas de norte a sur, primer observatorio astronómico encontrado en el mundo Maya, huella latente de la Cuarta Creación.
Los mayas tenían tablas astronómicas de precisión notable, dejaron efemérides con periodos sinódicos de Venus y Marte, sabían de eclipses en base a ciclos lunares y solares, conectaron eventos astronómicos y calendarios en un orden mayor sustentado por el formalismo matemático. Espacio y tiempo enlazados en los glifos del Tzolk´in, Chol ab´ y Choltun. Todo eso lo sabían los mayas, conocimiento armónico de orden científico.
Ahora sabemos un poco más.
Sabemos que el 95% del Universo es materia y energía oscura. Materia y energía, ambas de naturaleza oscura, desconocida.
1964: Arno Penzias y Robert Wilson descubrieron una radiación residual que permea todo el espacio, una auténtica reliquia del Universo temprano, dominado por la radiación.
1992: el satélite COBE midió anisotropías en la radiación de fondo, una medida directa del contenido en materia-energía del Universo.
Sabemos que nuestro universo es un misterio, pero hemos logrado parametrizar nuestra ignorancia. Toda la materia conocida y detectada por todos nuestros instrumentos es menos del 5% del peso del Universo. Del resto, cuando mucho, sólo tenemos hipótesis.
Viajamos de las escalas cósmicas a lo microscópico y viceversa. Las leyes Físicas del mundo microscópico rigen el Universo. La Mecánica Cuántica, el pilar de la descripción de lo microscópico. Ahora modelamos partículas elementales como excitaciones cuánticas con un éxito formidable. La luz de las estrellas como excitaciones cuánticas del campo electromagnético.
Sabemos que la información genética está codificada en secuencias del ADN. El color de ojos, la expresión viva del ADN.
Sabemos de procesos celulares a expensas del ATP que las mitocondrias sintetizan; del ciclo celular y de las proteínas que lo regulan; del mecanismo de transducción de una señal en el sistema nervioso. Sabemos que aunque el cerebro representa sólo el 2% de la masa del cuerpo humano, recibe el 20% del oxigeno y el 25% de la glucosa total utilizada por el cuerpo. Luego, existimos.
Sabemos más y seguimos aprendiendo.
Sabemos más porque la ciencia no sabe de derechos de autor. El desarrollo científico ha sido por acumulación. En más de dos mil años pasamos de los átomos de Demócrito, a los átomos de Rutherford, de la Revolución Copernicana al enunciado del Principio Cosmológico: La vía láctea no tiene una posición especial en el universo y nuestro sistema solar es tan sólo un habitante de los suburbios de nuestra galaxia. Conocimiento científico, aproximaciones sucesivas a la realidad.
El matemático Theodor Kaluza le agregó una quinta dimensión a la Relatividad General de Einstein unificando gravedad y electromagnetismo, en 1919. Oskar Klein la interpretó como una dimensión física, en 1926. Nambu, Nielsen, Susskind, entre muchos otros, retomaron esas mismas ideas para la Teoría de Cuerdas, en los sesentas.
“La originalidad no consiste en no copiar a nadie, sino en ser copiado”: La Teoría de Cuerdas en base a trabajos de gravedad cuántica en base a la Teoría General de la Gravedad y de la mécanica cuántica. Bohr, Heisenberg, Schrodinger, Einstein, Kaluza, Klein, Nambu, Nielsen, Susskind, todos ellos, originales.
De la mano de la Ciencia a la Tecnología, “la apuesta del siglo”, optimización de procesos, vertiginosa. Y de la Tecnología al Desarrollo Humano… Aún nos falta mostrarlo. Desarrollo, embebido en las ruedas del tiempo.
Ahora podemos aprender más, de cara al pasado, de frente al futuro, si le apostamos más a la ciencia, si deliramos un poco más.