Alejandro Rosales/ Río Hondo, Zacapa/
Históricamente, Guatemala ha atravesado una serie de violaciones a sus derechos de identidad cultural, étnica y demográfica. Con la llegada de los intereses extranjeros, la población ha dejado de ser propiamente tomada como importante y pasa a ser un estorbo en estos intereses, reflejados en la autoridad militar que imperó en su momento. Esto fomenta en el presente una conciencia dolida que lo resiente y que, aún en la actualidad, está dando que hablar con las secuelas que dejó un enfrentamiento que trajo fortuna para unos pocos y desgracias a la gran mayoría de los pobladores de las regiones afectadas por el Conflicto Armado Interno.
Esto nos deja muy claro que Guatemala debe buscar la implementación de políticas, no de personas que perciben la realidad de una manera subjetiva, sino políticas que unifiquen los esfuerzos para conciliar a los pobladores víctimas de los intereses extranjeros y los abusos de militares, que aún hoy imperan en el alto mando.Para que la política cambie, es necesario hacer mención a la historia que Guatemala ha vivido desde su concepción como nación.Desde la llegada de los españoles al nuevo mundo, como lo mencionan algunos libros, se dejó muy dañada la integridad de los habitantes de toda la región territorial nacional.
Las nuevas generaciones deben de tomar el protagonismo y dejar los esquemas en el pasado, que han hecho tanto daño a los pueblos indígenas que persiguen el reconocimiento de su cultura, cosmovisión y lugares sagrados para ser respetados y tomados en cuenta al momento de la toma de decisiones que perjudiquen su entorno.
En la actualidad se ha visto una serie de problemas y conflictos entre el gobierno y dirigentes del sector indígena, que está en contra de la implementación de hidroeléctricas entre otro tipo de actividades que perjudican al ecosistema que rodea toda su cosmovisión. ¿Cómo es posible que en Guatemala aún pasen este tipo de cosas con tanta intervención extranjera?
Un Estado, que no ha hecho más que mediar entre el pueblo y los intereses que persiguen los políticos que viven en otro mundo, uno lleno de lujos y glamour. Para que la relación del pueblo y el gobernante sea positiva, debe de existir una solvencia personal por parte de los presidentes que permita trabajar en pro del pueblo, y no al contrario. El presidente está para fomentar paz, respeto y comprensión entre el pueblo, no para explotar, mentir y robar como lo hacen para cumplir con los compromisos que adquieren cuando andan haciendo politiquería partidista.
Qué tristeza da cuando los políticos no piensan en el futuro, solamente en el presente y lo ven como su prioridad más importante. Dejando a un lado el compromiso con las generaciones venideras de guatemaltecos que podrán o no, lidiar con la cantidad de problemas que están generando con la actitud inconsciente que adquieren, gracias al dinero.
Guatemala necesita políticas de Estado que garanticen la igualdad y la unidad, puesto que la actual sociedad está inmersa en una mezcla de rencores y daños arraigados en las personas, que replican y comprometen a los jóvenes a continuar con lo mismo. Los jóvenes en muchas partes del país están comprometidos a continuar con un proyecto como parte de un movimiento que promete trasformar al país a largo plazo, sólo resta esperar y continuar con la participación política para hacer del país algo diferente en un futuro.
Si sabemos de dónde venimos y quienes somos, sabremos sin duda alguna, qué camino tomar al momento de hacer la decisión del rumbo que queremos para nuestro porvenir. La política ha sido tomada por personas que lo único que buscan es su beneficio personal o institucional, por decirlo de una manera, no hay uno o varios colores. Guatemala es un país que se conforma por una considerable cantidad de etnias y culturas propias que se quedaron después de la conquista. El conocimiento otorga la sabiduría que permite hacer las cosas bien, y no cometer los mismos errores del pasado.