Claudia Calderón/ Opinión/
“Lo haré en un rato”, “El lunes empiezo la dieta”, “La semana entrante comienzo a ahorrar”, “Tengo todo el día para hacerlo”, “La entrega es en seis meses”. ¿Te suena conocida alguna frase? Es probable que sí y muchos padezcamos el mal de la procrastinación, es decir postergar las tareas importantes para un “después” que quizá nunca llegará.
Hoy en día, existe la tendencia de creer que lo que necesito hacer ahorita, puede esperar cuando acabe lo innecesario.
Pasamos horas y horas en asuntos sin ninguna repercusión a futuro, con tal de llenar un deseo momentáneo que acapara todo nuestro tiempo. Y algunos, ¡hasta se vuelven expertos en ello! Y lo que es peor aún, es que se convierte en una evasión de la realidad y las responsabilidades de cada uno.
¿Es la procrastinación un problema? La psicóloga salvadoreña Ivonne Suazo, explicó que este efecto se convierte en un mal cuando las personas nunca realizan lo que de verdad deben hacer, comienzan y no terminan o simplemente, lo hacen mal. Sin embargo, algunas de las razones se dan por la tendencia a buscar la perfección en todo, bloqueo mental, miedo al fracaso o cuando es una tarea no entretenida.
No olvidemos que este “trastorno de comportamiento”, como muchos psicólogos lo llaman, puede tener consecuencias muy negativas en casi cualquier lugar. Más de alguien –que no padezca de esto-, siempre esperará las cosas a tiempo bajo ningún pretexto o excusa.
Hace mucho, escuché esta frase: “Buenos comienzos, finales perfectos”.
Si la adaptamos a este tema, sin duda obtendremos resultados exitosos cuando transformamos nuestra forma de pensar. Es decir, sin importar el tiempo que tenga para hacer, comenzar o entregar algo, nos concentramos en el instante-presente. Por lo que algunas ayudas para corregir la procrastinación, según la Licda. Suazo, pueden ser:
-Definir todas las tareas según orden de prioridad.
-Programar una agenda diaria con las cosas que se deben cumplir. En ocasiones ayuda el método esfuerzo-recompensa, para motivar a realizar todas las actividades. Por ejemplo, si termino las tareas de hoy, podré salir por la noche con mis amig@s, de lo contrario, no.
-Definir un objetivo para cada tarea y así enfocar el trabajo.
-Aprender a usar la fuerza de voluntad. En ocasiones, puede ser útil la ayuda de una persona que “supervise” las labores, siempre y cuando no resulte incómodo.
-Destinar tiempos de trabajo y de descanso de forma equilibrada.
-Una buena alimentación, tomar agua y descanso de 6 a 8 horas por la noche.
-En caso de ser un problema crónico, visitar a un/a psicólogo/a clínico/a.
“Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”
Albert Einstein.
Fuentes: