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José Andres Franco / Opinión /

Las ultimas tres semanas, entre agosto y septiembre, fueron las más fuertes dentro de toda esta crisis política en el país. Podemos decir que a pesar que muchos acontecimientos o sucesos se estaban llevando acabo, la fecha de las elecciones generales se estaba acercando cada vez más. A pesar de que se discutía en la opinión pública su legitimidad y si era prudente la realización de estas debido a la situación, el proceso se llevó a cabo. Los incidentes se presentaron: el acarreo de votantes fue la dinámica que se volvió a repetir en el proceso, los conflictos entre simpatizantes de varios partidos políticos sucedieron antes y después de que las Juntas Receptoras de Votos abrieran y cerraran las mesas, entre otros. Sin embargo, estos acontecimientos no son los que encabezarán los titulares en día de hoy.

El 26% de Jimmy Morales es la noticia destacada en este proceso electoral. Un resultado que lo coloca en el primer lugar, y le brinda uno de los dos boletos disponibles para el ballotage, o mejor conocida como segunda vuelta. Un resultado que lo separa de los otros dos partidos punteros en las encuestas, LIDER y UNE. Se pensaba que había distritos que eran inaccesibles por el candidato de FCN debido a la organización que de estos mantenían los partidos grandes en estas regiones.

Vemos cómo las redes sociales no fueron inmunes a este resultado: los comentarios, tweets, posts, memes y demás expresan una actitud de rechazo a este resultado, y pareciera que la mayoría de las opiniones giran entorno a la pregunta ¿Guatemala realmente despertó? O mejor aún: ¿Guatemala despertó de la manera correcta?

Mas allá de que algunas encuestas nos presentaban tendencias hacia este resultado y que varios columnistas y analistas escribieron al respecto, el porcentaje que recibe Jimmy Morales es lo que sucede cuando la anti-política encuentra a su candidato. A pesar que las movilizaciones ciudadanas consiguieron la renuncia del presidente e impulsaron el debate entorno a la reformas a la Ley Electoral y de Partidos Políticos, también se articularon discursos que proponían aplazar las elecciones, deslegitimar a la mayoría de las instituciones del Estado e inclusive la refundación del Estado (que por cierto no se muy bien lo qué significa).

No se trata de buscar culpables, se trata de que entendamos que la cultura política no se llega a modificar tan fácilmente, es un conjunto de apreciaciones y orientaciones hacia el sistema político que son producto de muchos factores. Se trata de reconocer que la democracia no es un proceso sencillo y tampoco es un regimen perfecto, pero eso no significa que se tenga que continuar con la que tenemos. Si, muchas de las personas que asistieron a las protestas que rechazaban el mandato de un gobierno altamente corrupto, votaron por Jimmy Morales. ¿Por qué? Bueno, él representa o encaja en el perfil que se estaba pidiendo de un candidato a la presidencia: no es un actor político tradicional, no está en ninguno de los partidos considerados como corruptos, tampoco ha trabajado en el Estado; es decir, es una persona totalmente ajena al sistema que tanto se critica.

Sin embargo, este no escapó de las deficiencias que presentaban otros candidatos que eran objeto de muchas criticas. No tiene un plan de gobierno estructurado, claro ni realizable (tiene alrededor de cinco paginas, sin contar la carátula y la introducción), su conocimiento del Estado no parece ser muy claro (según lo reflejado en los foros y entrevistas), tampoco posee experiencia en temas políticos y sociales;  básicamente, todo su discurso y propuesta electoral se baso es su imagen representada en su frase ni corrupto, ni ladrón.

No estoy diciendo que Jimmy Mores es el mejor o el peor candidato que hay, porque eso no me compete, solamente estoy describiendo lo que percibí en su campaña. El es una imagen que se vendió a la población y al parecer, lograron que la compraran. Su estrategia se basó en aprovechar lo que se estaba exigiendo de un candidato, descuidando todo lo demás. El y su equipo de trabajo, conoce la cultura política del país, se percataron que era un momento muy oportuno para explotar la imagen de honestidad y anticurrupción, y sobre ese eje basaron su campaña. Se dieron cuenta del público antipolítico y se apropiaron de el. Por lo tanto ni corrupto, ni ladrón es simplemente, una estrategia electoral.

Cuando dije que la democracia no es un proceso sencillo y tampoco es un régimen perfecto, me refería a que no vamos a encontrar el candidato ideal o perfecto, ni tampoco existe en el mundo la democracia perfecta. Es un proceso que no toma solamente treinta años, es un proceso que tiene sus momentos de inestabilidad y de crisis, pero también encuentra un periodo de estabilidad y de gobernabilidad. La democracia no es solamente el hecho de debatir si deberían o no realizarse las elecciones o si debería de ir a votar, es la participación constante de la población en los procesos políticos e institucionales que se realizan en el país.

Esta participación no llega a conseguir las metas que se puede llegar a plantear, cuando no se posee un conocimiento del sistema, que por mas corrupto y deficiente que pueda llegar a ser, también brinda derechos y garantías que podemos llegar a aprovechar. El resultado de las elecciones presidenciables no es un retroceso: se suscitaron otros hechos interesantes que demuestran un cambio en el comportamiento de los electores, como la conformación del Congreso de la República o el voto cruzado que se llevo acabo en muchos municipios del país, algo a lo que vale la pena ponerle mucha atención.

Podemos llegar a ser víctimas de nuestra cultura política, pero eso no significa que sea imposible modificarla. Es un proceso difícil, que tomará su tiempo, pero que depende de nosotros si continua o no después de este proceso electoral.

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