imagen ciberactivismo

Edson Ademar Alvarado/ Opinión/ 

Alguna vez nos hemos preguntado: ¿cuál es el resultado de compartir, retuitear o darle like a un mensaje o post en contra de la pobreza, la desigualdad, la corrupción, etc.?

Es claro que las redes sociales virtuales han transformado la forma en que nos relacionamos, nos brindan un mayor acceso a datos y nos permiten reproducir información a una mayor velocidad a un alto rango de alcance. Uno de los tantos campos en los que las redes virtuales han venido a reconfigurar la forma de interacción ha sido el activismo.  La cuestión a discutir es hasta qué punto el ciberactivismo en sus múltiples manifestaciones puede suplir  el activismo real.

Y aquí cabe una aclaración, las redes sociales han facilitado a organizaciones sociales y grupos de ciudadanos una herramienta con la cual pueden intercambiar información, organizarse y llevar su protesta a un público más amplio. La interrogante es si es posible considerar la acción de dar un clic para “sumarnos” a la protesta, como una acción de ciberactivismo. En todo caso, un término más apropiado sería el de clic activismo.

La pregunta entonces, debería ser: ¿hasta qué punto el clic activismo es un acto de compromiso con una causa o más bien, es la consumación de un deseo de contribuir a una causa social, pero sin buscar comprometerse en lo absoluto?. Este clic no sería más que un intento de satisfacer nuestra necesidad de hacer algo ante las injusticias de nuestra sociedad, pero que no conlleven un verdadero compromiso ni acción.

Solo llenamos momentáneamente esa necesidad de pensar que estamos haciendo algo bueno por los demás, y lo mejor, sin tener que levantarnos del sillón.

Considero que debemos separar lo racional de lo emocional, el verdadero activismo de la ilusión del clic activismo. Debemos ser conscientes que retuitear o compartir un post en contra de la pobreza no hará que esta disminuya o desaparezca.

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