Lenina García / Opinión

[quote]”Por las mujeres del ayer, por las mujeres del mañana, por las mujeres del presente estamos todas las hermanas…” *[/quote]

“La argentina Lucía Pérez, de 16 años, fue drogada, violada y empalada en la ciudad costera de Mar del Plata. Tras abusar sexualmente de ella hasta su muerte, los asesinos lavaron su cuerpo y le cambiaron la ropa. La llevaron a un centro de salud y dijeron que había perdido el conocimiento por una sobredosis. Los médicos no lograron reanimarla. Esa es la reconstrucción realizada por la Fiscalía de uno de los femicidios más salvajes registrados en Argentina y que ha motivado la convocatoria de un paro de mujeres y de una manifestación de repudio para este miércoles (…) Jamás vi una conjunción de hechos tan aberrantes”, dijo la fiscal, María Isabel Sánchez, al informar a los medios sobre el crimen”. -Diario El País.

Fue el miércoles 19 de octubre. Traté de finalizar a tiempo las tareas del trabajo para asistir a las seis de la tarde a la movilización #NiUnaMenos en el Parque Central. Días atrás había visto la convocatoria en redes sociales a raíz del brutal asesinato de Lucía Pérez. Al leer la noticia sentí una mezcla de enojo, rabia y tristeza. Pensé que así como Lucía existen muchos casos en Guatemala, en Latinoamérica y el mundo, de asesinatos y violaciones hacia mujeres, por el simple hecho de ser mujeres. Por ellas, porque estoy harta de vivir en una sociedad que nos discrimina, nos calla, nos viola, nos mata, nos impide caminar por las calles en libertad, no dudé un instante en participar. Algunos colectivos sugirieron que llegáramos vestidas de negro, porque la violencia hacia nosotras nos tiene de luto. Otras compañeras propusieron que usáramos otros colores, porque somos vida. Así que ese día me puse  un vestido negro con flores y cuando dieron las cinco cuarenta y cinco, tomé cartulinas de colores para hacer un cartel y en bicicleta, salí directo a la Plaza.

“Porque vivas nos queremos, NI UNA MENOS” *

Cuando iba por la Sexta Avenida y el Portal del Comercio, pude ver a lo lejos un grupo de mujeres que  ya formaba un círculo prominente en la Plaza. Conforme me fui acercando sentí que el corazón se me estrujaba al ver a tantas compañeras, hermanas, reunidas por una causa. “Con falda o pantalón, respetame cabrón”, “Somos el grito de las que no tienen voz”, “Libres y sin miedo”, “Tu machismo mata”, eran algunos de los mensajes plasmados en carteles, que mujeres de disintas edades y procedencias, portaban. Mi alegría aumentó cuando llegaron a la plaza Lucía Ixchíu y Luis Ventura, compañeros y amigos del Movimiento Estudiantil de la USAC, quienes empezaron a gritar consignas, las cuales fueron replicadas por todos los que estábamos allí.

Como a las siete de la noche la Plaza ya estaba llena. Fue muy emotivo ver a tanta gente conocida en ese espacio. A mujeres de organizaciones de sociedad civil, lesbofeministas, universitarias, artistas, comunicadoras, profesionales, emprendedoras, mujeres que durante años han luchado por un país con equidad, ya sea desde lo público o lo privado. Observar por ejemplo, a Sara Curruchich inventando consignas o a Sandra Morán tocando en la batucada y saber que se han convertido en referentes de lucha desde el arte y la política. Observar a familias con sus hijos e hijas, a parejas que están tratando de crear nuevas formas de relacionarse, a gente que iba caminando por allí y preguntaba porqué estábamos reunidas.

Pensé también en las tantas mujeres que a raíz del trabajo, de las extenuantes jornadas en el hogar, no podían estar allí. Pensé en las mujeres que a raíz de la violencia y de este sistema machista y misógino ya no están con nosotras. Sentí un vacío en el corazón. En eso veo que Lucía se queda callada unos instantes. Le pregunto qué sucede y me señala uno de los carteles colocados en el suelo: “Disculpe si le molesta vernos unidas, pero nos están asesinando”.

“Por las mujeres que comienzan a vivir… ESTAMOS AQUÍ

“Porque no queremos que nos roben la ternura…ESTAMOS AQUÍ” *

Eran las siete y media de la noche y tenía que regresar a casa. Con Luis Ventura, nos pusimos de acuerdo para caminar por toda la sexta y luego que cada quien tomara su camino de regreso. Conforme íbamos caminando hablábamos que la Revolución será feminista o no será, porque ya son miles de años de violencia, de desigualdad. Nos despedimos, él toma su bus y yo me dirijo a casa en bicicleta. Son casi las 8 de la noche y las calles están solitarias y oscuras. Siento miedo de que me suceda algo de camino a casa y pienso nuevamente en lo difícil que es  vivir con el temor de que me asalten, que me violen, que me maten. Pero recuerdo la mirada de cada una de las compañeras en el parque, su esperanza por un mundo que nos respete, su sonrisa, su alegría al luchar. Así que voy pedaleando por las calles de la zona 1 y dejo que en mi pecho vibre toda la fuerza de esos cientos de mujeres que llegaron a la Plaza. Creo en su poder colectivo, creo que juntas  podemos transformar poco a poco este país en un lugar más digno para vivir.  No en vano nos reunimos, no en vano nos vemos los rostros, no en vano afirmamos nuestra fuerza, nuestra colectividad…

*Consignas de las mujeres y participantes en la jornada #NiUnaMenos 19Oct Parque Central. Guatemala.

Imagen: Cristina Chiquin de Mujeres Ixchel

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