Andrea Villagrán/ Opinión/
El tema de los desplazamientos humanos territoriales no es un tema nuevo como aparenta ser. ¿Cuántos de nosotros no tenemos algún familiar que vive en los Estados Unidos u otro país, que salió de Guatemala en busca de un mejor futuro? El boom que pone el tema en la agenda mediática de nuestro país es la muerte del niño guatemalteco en el desierto de Texas; se trata de Gilberto Francisco Ramos de 11 años. Este hecho pone a luz la crisis humanitaria que se encuentra latente con todos los niños, quienes con la ilusión de reunificarse con sus familias y un futuro mejor, se aventuran sin acompañamiento en un viaje inhumano hacia Estados Unidos.
¿Se pueden imaginar cómo es que un niño de tan solo 11 años toma semejante decisión? O quizá, ¿los padres o la familia lo dejan? Incluso niños y niñas de 8 años viajan sin acompañamiento alguno; se eriza la piel al pensar a qué punto de desesperación hemos llegado como guatemaltecos. Viviendo en un mundo sin oportunidades, donde nos enseñan sobre la dignidad humana, que no es más que algo escrito en un papel bonito.
En donde es preferible un viaje lleno de sufrimiento a seguir soportando tanta injusticia, violencia e inseguridad.
Mientras que los derechos de los migrantes se encuentran en el limbo, al parecer ni para los gobiernos o las grandes organizaciones intencionales, la migración es un tema relevante. La crisis humanitaria desatada por el aumento de menores de edad que ingresan a Estados Unidos la pretenden solventar con reforzar las fronteras y penalizar a los llamados “ilegales” que intenten ingresar a dicho país. Los datos son fuertes, de julio de 2013 a agosto del presente años, 15 mil 733 niños guatemaltecos han sido deportados por las patrullas fronterizas de EE.UU. Niños que fueron tratados como delincuentes y que en su regreso a un país en donde seguirán siendo marginados sin atención estatal, tendrán un futuro que probablemente será absorbido por las maras y la violencia, o volver a intentar cruzar la frontera con un final incierto.
Estamos en un país en donde el sueño de superación solo se ve con irse de aquí, donde la cosa se ve tan mal que va de mal en peor. Y lo pienso no solo en función de las personas de escasos recursos, lo digo también por los jóvenes con acceso a educación superior, los que somos universitarios. ¿Cuántas veces hemos pensado en irnos a vivir a otro país? ¿Estudiar posgrados en el exterior y quedarnos fuera? Cuántos Gilbertos, cuánta corrupción, violencia, pobreza, discriminación y racismo más se necesita para que nuestros políticos reaccionen, para que Guatemala cobre conciencia que urge educación, salud y seguridad alimentaria es la única forma de generar oportunidades para el desarrollo. Invertir en el desarrollo social. Nos queda involucrarnos, interesarnos y no seguir en un estado apático.
¿Hasta cuándo vamos a aguantar tanto?
** Recomiendo mucho la película “La Jaula de Oro” una excelente película-documental que muestra el recorrido dramático de tres niños que deciden irse a Estados Unidos de “mojados”.