Isaías Morales/ Corresponsal/ Opinión/
Cuando se habla de un medio de comunicación se piensa en lo tradicional; sin embargo, esto ha ido cambiando por la digitalización de los mismos. La cantidad de información es inmensa porque la inmediatez es una especie de disputa por la cual los comunicadores atraviesan para generar tráfico o el rating en el medio para el cual trabajen. Sin embargo , esto no garantiza ni calidad, ni profesionalismo y tampoco veracidad.
Las exclusivas que no son exclusivas y dejan de serlo cuando se convierten en notas repetitivas que generan malestar en la población al ver tanta información y con mucha similitud entre las mismas.
El “bombardeo” mediático por el que atraviesa un ciudadano -vía redes sociales-, se presenta con mayor frecuencia a medida del grado de relevancia que le presenten los medios. Esto porque el “chip” es brindar noticia, hablar del acontecer nacional o simplemente trabajar para no perder su reputación. Esto sucede día a día debido a que lo “tradicional” se preocupa por repetir lo que muchos han dicho y eso vuelve monótona la información, cuando debería de brindar diferentes enfoques para no caer en el punto en que la población misma llegue a odiar lo que lea, vea o escuche.
Esta reflexión surge tras la noticia que ha sido el centro de atención de los medios en la última semana, el caso de Cristina Siekavizza. Las autoridades pertinentes serán las encargadas de juzgar este caso que es igual de importante que muchos casos de violencia que no reciben la misma atención mediática de la prensa nacional.
Lo llamativo de este tipo de acontecimientos sigue siendo la disputa por aquel medio de comunicación que brinde la exclusiva, esto porque la digitalización de los mismos los obliga a informar, pero no siempre se comunica con veracidad y esto supone un riesgo para la credibilidad del medio que es seriamente cuestionado por la proximidad que posee con su audiencia.
Los comunicadores sociales tienen la responsabilidad de transmitir con veracidad, pero deben hacerlo apegado al profesionalismo y a la ética. Esto permitirá que las personas se interesen por la información que posee contenido y que genera incidencia y no basarse en información que únicamente viene a generar masa de información que no produce opinión en la población.
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