Cristina Figueroa / Opinión /
George Vincent Gilligan, escritor, productor y director, ha logrado demostrar que con una idea ingeniosa se puede relatar una historia impactante. Desde muy pequeño se interesó en crear a través de un lente y en la actualidad, vemos cómo toda su carrera ha generado que una audiencia masiva se altere con el suspenso de sus tramas.
Su fama comenzó al convertirse en escritor y productor de Expedientes X, pero fue hasta la creación de la serie televisiva Breaking Bad que su ingenio fue altamente reconocido. Con ella obtuvo importantes premios por sus guiones, su dirección, casting, producción, entre otros; tratándose simplemente de un profesor de química que al descubrir que padece de cáncer pulmonar decide, como única forma de mantener un balance económico para su familia, insertarse en el negocio de metanfetaminas. La serie, con solo cinco temporadas, logró posicionarse junto a The Sopranos.
Fue tan exitosa, que después de un año de haber acabado, Vince Gilligan decidió estrenar su precuela, que con solo 3 episodios ya ha demostrado ser otro gran acierto; su piloto rompió records televisivos, sobrepasando la premiere de The Walking Dead y de Falling Skies.
Better Call Saul trata sobre el abogado Jimmy Mcguill, quien está en una búsqueda agobiante por conseguir el éxito en su carrera y termina, seis años después, siendo el abogado de Walter White, personaje principal de Breaking Bad; con su propia agencia, y hasta un nuevo nombre: Saul Goodman.
Por el momento, la serie me ha parecido tan diferente y al mismo tiempo tan parecida a Breaking Bad. Obviamente, al ser del mismo universo, la fotografía, la edición, y otros aspectos técnicos, son iguales; pero en su conjunto, Better Call Saul ha sabido sostenerse por sí misma.
El desarrollo de sus guiones construye la tensión necesaria para nunca aburrir, con personajes tan bien establecidos, que cada nueva acción de su parte conlleva una sorpresa; además de la forma en que se presenta cada conflicto guiando al espectador a amar u odiar lo que está sucediendo.
Puede ser muy sencillo que a todos los involucrados en la creación de la serie se les vaya de las manos y arruinen lo que Breaking Bad alcanzó en su momento, pero esa paranoia que me ha generado algunos vértigos se ha ido apaciguando mientras avanza la historia. El cuidado que pone todo el equipo y el genio de Vince Gilligan dejan su sello hasta en la introducción, que cambia de imagen por cada episodio, haciéndonos esperar por ella para ponernos a pensar en su significado; que es, en el fondo, el punto de este conjunto de historias. Ver más allá de lo que se está relatando, descubrir porqué para entender a los personajes y creernos sus sufrimientos, sus alegrías, sus impulsos y sus razones.
Muchos extrañamos Breaking Bad por eso mismo, por ser tan intensa y tan realista, que nos la podíamos creer, viéndola desde todos los puntos de vista. Y Better Call Saul, tratando de un personaje tan diferente, de alguna forma logra hacernos olvidar que por mucho tiempo nos había hecho falta el camino autodestructivo de Mr. White. Al final de cuentas, Jimmy también se vuelve malo.