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Gabriela Sosa / Opinión /

Como alguien que lleva varios años trabajando en servicio al cliente, he aprendido a tener cuidado con mis opiniones al hablar, mas no siempre al escribir. No fue hasta hace un par de semanas que lo vi de manera distinta. Guatemala es un país pequeño, con una extensión territorial de108,890 Km² y aproximadamente 13.002.206 habitantes. Alrededor del18%de los habitantes se encuentran en la ciudad de Guatemala. Si se evaluara en términos de Facebook, todos estamos conectados de una manera u otra por una gran red, y estamos a dos o tres personas de conocer a alguien que a su vez está conectado con algún otro conocido nuestro.

Lo pongo en términos de Facebook porque es precisamente esta red social lo que causó mi reflexión de este mes; al trabajar en un puesto de servicio al cliente se interactúa a diario con gente de diversos ámbitos, incluso a veces figuras consideradas públicas en el ámbito nacional. Siempre se debe mantener una actitud cordial e imparcial sin importar la persona y actitud de la persona a quién se atiende. Sin embargo, ¿qué pasa con nuestras propias opiniones? En Facebook hay una sección de información personal donde se puede asociar la empresa donde se trabaja. Si se optara por colocar esa afiliación, estamos diciendo, aunque sea de manera indirecta, que compartimos los valores de la empresa y esa filosofía de imparcialidad (suponiendo que la empresa sea imparcial, lo cual parece ser frecuentemente el caso).

Entonces, ¿qué sucedería si quisiéramos compartir un artículo de opinión o emitir nuestra propia opinión sobre un tema controversial o sobre alguna de estas figuras?

En esta época de elecciones, los artículos de opinión al respecto abundan y es común entrar a Facebook y ver una gama de éstos compartidos por nuestros diversos contactos. Pareciera paranoico pensarlo, pero ¿alguna vez han pensado cuánta información compartimos en las redes sociales sobre nosotros mismos? Es verdad que estos perfiles son apenas un pequeño y trabajado reflejo de quienes somos, es decir que compartimos solamente lo que queremos que vean y no es posible conocer a una persona únicamente por lo que muestra en las redes.

Aún así, es posible deducir bastante de las personas por sus gustos y por los artículos que comparten. ¿Qué pasaría si alguien se tomara la tarea de buscar en Facebook a los empleados de una empresa específica? ¿Qué podrían inferir al ver lo que estos empleados comparten en este espacio en teoría personal pero al que nosotros mismos afiliamos a nuestro trabajo? No es secreto que Facebook usa nuestros datos para publicidad, es de ahí dondesurgen las sugerencias y anuncios patrocinados a los costados.En pocas palabras, es muy fácil que nos encuentren.

Lo comentábamos con mi jefe directo hace unos días y aunque en nuestro caso no les molesta lo que compartamos en Facebook, él opina que es mejor dejar Facebook como un espacio personal y utilizar Linkedin como el espacio para afiliaciones laborales ya que cada quien debería poder decir y compartir en su Facebook y vida personal lo que quiera. Quizás tiene razón. Tenemos el derecho acordea la libertad de emisión del pensamiento, independientemente de nuestro trabajo o lugar de estudios, a la libre expresión y a emitir nuestra opinión. Pero vale la pena considerar que no todas las empresas pueden ser indiferentes a lo que publican sus empleados en las redes. Se han dado casos enEstados Unidos dondevarias personas han sido despedidas por fotos o comentarios que se muestran en sus cuentas de Facebook.

Tal vez lo mejor es evitar afiliar nuestro trabajo en nuestro perfil y evitar tomar control de las configuraciones de privacidad que nos ofrece la página.

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