Luis Alfredo Alvarez Ságüil/

Ante el inminente proceso electoral guatemalteco, el panorama se encuentra difuso por el escaso conocimiento que cuentan los ciudadanos sobre el mismo. A esto se suma, los escasos tres meses de campaña del que dispondrán los candidatos para hacer propuestas y así poder decidir sobre los próximos responsables que estarán a cargo de la función de poderes durante los siguientes cuatro años, que incluye las alcaldías municipales.

De todos es conocido que la alcaldía de la ciudad de Guatemala se quedó sin su monarca, y la vacante abre un abanico de posibilidades electorales con aires de renovación. Un puesto que lleva consigo un magno desafío envuelto en una amalgama de problemáticas, arraigadas en los últimos años de  administración edil con todos los factores que han influido y que forman parte del legado metropolitano.

Para retratar mínimamente el carácter de ese legado hago referencia a Pedro B. Ortiz, ex alcalde y urbanista de Salamanca, España, quien en una entrevista a elPeriódico mencionó que: “Las metrópolis que funcionan hacen un estimado de 20 a 30 minutos para llegar al lugar de trabajo. Si tardas más de una hora cambia de alcalde porque eso quiere decir que no sabe gestionar para que la ciudad se convierta en una metrópoli.”[1]

Entre tránsito desmedido y el descontrolado, transporte público que además es insuficiente y sobrepoblado, la incapacidad de la autoridad de hacer valer la normativa de tránsito –como la de motoristas entre carriles, de lo que todo conductor ha sufrido–, ha provocado que todos hayamos sufrido un horror en la ciudad en las horas pico.

Si se continuaran nombrando la serie de disyuntivas vigentes la lista se haría verdaderamente extensa, pero éstos prolegómenos de la problemática, más que una crítica, son una ilustración de las dificultades que abordará el siguiente administrador de la comuna capitalina.

No se debe menospreciar en ningún momento lo memorable de ese legado en los últimos años: el ornato a medias –en ciertas zonas de la ciudad–, la construcción de algunos proyectos de la vía pública, la implementación de un sistema alternativo de transporte –a pesar de sus deficiencias–, entre otros cambios meramente estéticos y estructurales.

Los problemas primordiales siguen presentes y su resolución no se encuentra mágicamente en una sola persona, tampoco se encuentra en cuatro años en funciones, ni en planas políticas públicas reducidas a papeles.

Se debe reconocer que el proceso de transformación citadina será lento y progresivo con un proyecto a futuro y en conjunto, por lo que no debemos desvirtuar la importancia de una elección centrada en la capacidad técnica, una elección razonada y cuidadosa de quién fungirá como alcalde de la municipalidad capitalina, considerada la más importante de Centroamérica.

[1] Ortiz, P. (2018, julio, 17) Entrevista por Lix, B. Recuperado de: elperiodico.com.gt

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