Puerto

Mito Archila / Corresponsal/

Los guatemaltecos tenemos algunos lugares predilectos para ir a celebrar nuestras muy tradicionales y muy ruidosas fiestas cuaresmales. Dentro de todos los destinos, “el puerto” brinca como uno de los favoritos de las masas, pero también es una clara muestra de esta realidad.

Nuestra Guate es un país millonario en bellezas naturales y diversidad. Aquí el deleite paradisíaco es casi casi tan común como la corrupción.

Esta tierra verde es tan agradecida que podemos viajar por tres horas hacia el sur y llegar a la orilla del Océano Pacífico a estilar sudor, así como podríamos viajar tres horas hacia el norte, llegar a la húmeda Baja Verapaz, y temblar de frío.

Dentro de tanto que se nos ha regalado, en Escuintla se encuentra ese lugar coronado con la medalla de plata del turismo local: El Puerto San José.

Este lugar es sumamente cotizado por los guatemaltecos pues es la salida más cercana y de más fácil acceso que tiene la ciudad capital hacia el mar.

Sombrillas de playa, castillos de arena, hieleras, toallas, cerveza en lata, motos, salvavidas, comida, bloqueadores, cerveza en botella, edecanes, restaurantes, ceviches, cerveza en paquetón, palmeras, sudor, cerveza caliente y arena negra son clásicos en el paisaje todos los años.  El gobierno le da la guinda a este pastel brindando transporte gratuito hacia allá en ciertas épocas del año…

Pero las celebraciones en el puerto son la pura representación de una Guatemala dividida, la cruda realidad:

Por un lado existen casas gigantes que presumen de piscinas más grandes que la municipalidad local.  Frente a estas desfilan güiros que beben y beben acompañados de motos más rápidas que el viento. En esta parte del puerto las cosas (frecuentemente) huelen a hipocresía y ambición. Hay exquisitos restaurantes, seguridad e incluso algunos yates. Es la misma élite de la ciudad. Same shit, different place…

Sin embargo, a 20 minutos sobre la misma orilla de la misma arena, en el mismo mar, del mismo país, las cosas son muy diferentes:

La playa carga con miles de mujeres, hombres, niños, ancianos y animales que se arrebatan como un hormiguero revuelto. Así es, bienvenidos a la playa pública.

El que llega temprano agarra lugar; los demás están a la deriva de Dios.

Aquí abundan los niños, las hieleras, la preocupación, la marginación y la música.

Guatemala es un país riquísimo en recursos naturales y humanos.  El problema de esta mierda es que todo está mal distribuido, al puro estilo del puerto San José: el niño caquero pasa en su cuatri-moto de US$25,000 frente al viejo que recoje las latas de las chelas que se hartaron, para venderlas a Q.0.05.

Una Guatemala injusta, desigual y sin oportunidades alcanza la primera curva de este 2013… desde donde yo lo veo, o cambiamos o morimos.

 

Fotografía: www.jangallery.com

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